MADRID 6 May. (EUROPA PRESS) -
La combinación de varios fármacos antivirales de acción directa, cada uno con un mecanismo diferente para inhibir el virus, puede resultar clave para curar la hepatitis C y evitar la resistencia que generalmente se desarrolla en estas infecciones, según los resultados de un estudio publicados en la revista 'Science Translational Medicine'.
Actualmente, el tratamiento estándar frente a la hepatitis C se basa en la combinación de los antivirales interferón y ribavirina durante 24 a 48 semanas, resultando costoso y poco efectivo --sólo en la mitad de los pacientes--, al tiempo que también conlleva diversos efectos secundarios para estos enfermos.
Por ello, investigadores del Laboratorio Nacional de Los Alamos y las universidades de Illinois, en Chicago, y Oakland, todos centros de Estados Unidos, han desarrollado un modelo matemático para predecir la aparición de resistencias y simular el uso conjunto de diferentes terapias a fin de encontrar la combinación más apropiada para erradicar el virus del organismo.
En este sentido, y según explica uno de los coautores de este estudio, el hepatólogo de la Universidad de Illinois Harel Dahari, han comprobado que "la rápida aparición de resistencia a este tipo de medicamentos se debe a una población de virus ya está presente, permitiendo que el virus resistente a convertirse en la cepa dominante".
En función de esto, los investigadores sugieren que será necesaria una combinación de nuevos fármacos antivirales para luchar contra todas las cepas de virus resistentes y lograr mejores tasas de curación para la enfermedad.
Para ello serán necesarias hasta cuatro o más antivirales, en función de cada paciente, ya que lo que se busca es "tratar a estos pacientes con agentes de acción directa contra el virus, en el que atacan específicamente a su ciclo de vida del virus", explica Dahari.
La combinación de fármacos estará condicionada, entre algunas cuestiones, por los niveles del virus en la sangre. Además, este experto apunta a que algunos antivirales directos que se están desarrollando, como telaprevir (Janssen Cilag) o boceprevir (Schering-Plough), están funcionando bien y conseguirán adaptarse a cada paciente y acortar la duración del tratamiento.
"Los pacientes están esperando un día en que no tiene que tomar interferón y ribavirina", explicó Scott Cotler, quien también colaboró en este estudio, reconociendo que con este estudio han comprobado que van a "necesitar cuatro fármacos diferentes directa para conseguirlo".