MADRID 6 May. (EUROPA PRESS) -
La obesidad infantil debe combatirse a través de una dieta más saludable, aumentando la actividad física, fomentando estilos de vida menos sedentarios e incluso introduciendo algún tratamiento farmacológico, dejando la cirugía bariátrica como "último recurso" para los casos más extremos, según han coincidido varios expertos de las universidades de de Nuevo México (Estados Unidos) y Bristol (Reino Unido) durante un seminario cuyas conclusiones publicará en su último número la revista 'The Lancet'.
En dicho encuentro, en el que también participaron expertos de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, los asistentes mantuvieron una postura "muy conservadora" frente a este tipo de intervenciones ya que, aseguran, "su seguridad y eficacia a largo plazo en niños todavía son ampliamente desconocidas".
Por ello, sólo la recomiendan para los casos más severos que presenten un índice de masa corporal (IMC) de entre 40 y 50 kilogramos por metro cuadrado (kg/m2) y al mismo tiempo presenten una comorbilidad importante. "Incluso en estos casos debe haber mucha precaución", advierten.
Diferentes estudios han alertado en los últimos años de un incremento de la obesidad infantil, que en Estados Unidos afecta a más del 40 por ciento y en Europa llega al 38 por ciento del total de niños. Pese a que los estudios más recientes apuntan a una estabilización de las cifras, los expertos insisten en que la clave sigue estando en que "se ingieren más calorías que las que se gastan", bien por comer en exceso, hacer poco ejercicio o una mezcla de ambos factores.
Además, esto conlleva efectos negativos para la salud de estos niños, a menudo con consecuencias graves como hipertensión, niveles anormales de grasa en sangre, resistencia a la insulina o diabetes, además de otras complicaciones psicosociales. De hecho, un estudio ha relacionado la obesidad entre los 14 y 19 años con un aumento de la mortalidad en adultos.
Por ello, en este seminario destacaron que "la prevención es el mejor método para revertir esta creciente prevalencia mundial de la obesidad", adoptando medidas tanto a nivel individual, familiar e institucional.
En cuanto al tratamiento de estos niños obesos, estos expertos coinciden en dar prioridad a tratamientos no farmacológicos, que incluyan un cambio en el estilo de vida fomentando desde el ámbito familiar una dieta más saludable y mayor actividad física, ya que "hay estudios que demuestran una reducción significativa del sobrepeso tanto a corto como a largo plazo".
En cambio, las recetas dietéticas no tienen una total aceptación dentro del ámbito científico, ya que se ha comprobado que algunas medidas como los campamentos de verano para niños obesos sólo son efectivos a corto plazo "desconociéndose sus efectos más adelante".