Científicos logran bloquear conductas compulsivas en ratones

Ratón de laboratorio
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Actualizado: viernes, 7 junio 2013 11:07

MADRID, 7 Jun. (EUROPA PRESS) -

Mediante la activación de un circuito cerebral que controla el comportamiento compulsivo, neurocientíficos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en sus siglas en inglés), en Estados Unidos, han demostrado que pueden bloquear una conducta compulsiva en ratones, un resultado que podría ayudar a desarrollar nuevos tratamientos para enfermedades como el trastorno obsesivo-compulsivo y el síndrome de Tourette, según publica 'Science'.

Los pacientes que sufren con trastorno obsesivo-compulsivo suelen recibir ansiolíticos o antidepresivos, terapia de comportamiento, o una combinación de terapia y medicamentos. Para aquellos que no responden a estos tratamientos, una nueva alternativa es la estimulación cerebral profunda, que proporciona impulsos eléctricos a través de un marcapasos implantado en el cerebro.

El equipo del MIT utilizó optogenética para controlar la actividad de las neuronas con luz, una técnica que aún no está lista para su uso en pacientes humanos. Este tipo de estudios podrían ayudar a los investigadores a identificar patrones de actividad cerebral que señalan el inicio de la conducta compulsiva, lo que les permitirá más precisión en el tiempo de entrega de la estimulación cerebral profunda.

"No es necesario estimular todo el tiempo, sino hacerlo de una forma muy sutil", afirmó Ann Graybiel, del Instituto McGovern para la Investigación del Cerebro del MIT y autora principal.

En estudios anteriores, Graybiel se centró en la forma de romper los hábitos normales, mientras en el presente trabajo, se volcó en un modelo de ratón desarrollado para tratar de bloquear un comportamiento compulsivo. Los ratones modelo carecen de un gen particular, conocido como SAPAP3, que codifica para una proteína que se encuentra en las sinapsis de las neuronas en el cuerpo estriado, una parte del cerebro relacionada con problemas de comportamiento de adicción y repetitivos, así como las funciones normales, tales como la toma de decisiones, la planificación y la respuesta a recompensar.

Para este estudio, los autores entrenaron a ratones cuyos genes SAPAP3 fueron eliminados para prepararlos compulsivamente en un momento determinado, lo que permite a los investigadores tratar de interrumpir el comportamiento compulsivo. Para ello, utilizaron una estrategia de condicionamiento clásico en el que un evento neutro (un tono) está emparejado con un estímulo que provoca el comportamiento deseado; en este caso, una gota de agua en la nariz del ratón desencadenaba una reacción del ratón a su acicalamiento. Esta estrategia es la base del trabajo terapéutico con los pacientes con TOC, que utilizan este tipo de condicionamiento.

Después de varios cientos de ensayos, los ratones normales y dirigidos reaccionaron al escuchar el tono, que siempre duró algo más de un segundo antes de que cayera la gota de agua. Sin embargo, después de cierto punto, sus comportamientos fueron divergentes: los ratones normales comenzaron a esperar para actuar hasta justo antes de la caída del agua, un tipo de comportamiento que se conoce como optimización, ya que evita que los ratones de perder esfuerzo innecesario.

Esta optimización del comportamiento nunca apareció en los ratones dirigidos, que reaccionaron tan pronto como escucharon el tono, lo que sugiere que su capacidad para suprimir el comportamiento compulsivo estaba afectado. Los investigadores sospecharon que la comunicación fallida entre el cuerpo estriado, que está relacionado con los hábitos y el neocórtex, el asiento de las funciones superiores que pueden anular los comportamientos más simples, podría ser el culpable de la conducta compulsiva de los ratones.

Para probar esta idea, utilizaron la optogenética, que permite controlar la actividad de las células con la luz gracias a células de ingeniería para expresar proteínas sensibles a la luz. Cuando los investigadores estimularon células corticales sensibles a la luz que envían mensajes al cuerpo estriado, al mismo tiempo que el tono se fue, los ratones modelados dejaron su acicalamiento compulsivo casi en su totalidad, que todavía podrían hacer cuando les tocara la gota de agua.

Los investigadores sugieren que este remedio resultó de señales enviadas desde las neuronas corticales a un pequeño grupo de neuronas inhibitorias en el cuerpo estriado, al silenciar la actividad de las células vecinas del cuerpo estriado y cortar el comportamiento compulsivo. "A través de la activación de esta vía, se podría provocar la inhibición de la conducta, lo que parece ser disfuncional en nuestros animales", concluye Eric Burguière, exinvestigador postdoctoral en el laboratorio de Graybiel.