El cerebro humano usa los mismos circuitos para tomar decisiones morales y hacer elecciones cotidianas

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Actualizado: miércoles, 25 agosto 2010 21:12


MADRID, 25 Ago. (EUROPA PRESS) -

Los humanos pueden tomar difíciles decisiones morales usando los mismos circuitos cerebrales que utilizan para realizar elecciones de la vida cotidiana, como las relacionadas con el dinero o la comida, según han descubierto un grupo de científicos de la Universidad de Harvard.

El resultado del estudio, publicado esta semana en 'Neuron', sugiere que las decisiones morales complejas no dependen de un 'sentido moral' específico.

La investigación desarrollada por Amitai Shenhav y Joshua D. Greene, del Departamento de Psicología de la Universidad de Harvard, demuestra que estos circuitos, que se encuentran también en los animales, unen dos piezas clave de información: cómo de buenas o malas son las cosas que pueden suceder, y cuáles son las posibilidades de que puedan suceder, según cada elección.

Según Shenhav, estudiante de doctorado en Psicología de la Universidad e Harvard, "parece ser que nuestra capacidad para tomar decisiones complejas, de vida o muerte, depende de estructuras cerebrales que originalmente participan en la toma de decisiones más básicas, de interés personal sobre cosas como la obtención de calorías".

"Muchas de las regiones cerebrales que encontramos activas en las decisiones morales importantes han demostrado realizar funciones similares cuando las personas y los animales adoptan determinaciones comunes sobre bienes ordinarios, como el dinero o la comida", señala.

Algunos investigadores consideraban que los juicios morales se producen a través de una especie de 'facultad moral' del cerebro. Sin embargo, el trabajo de Shenhav y Greene indica que al menos algunas de estas decisiones morales dependen de un mecanismo general usado también por el cerebro para valorar otro tipo de decisiones.

Para Greene, profesor adjunto de Psicología de Harvard, "investigación en neuroeconomía ha identificado diferentes estructuras cerebrales responsables de rastrear la probabilidad de varios resultados, su magnitud y de integrar estos dos tipos de información en una decisión".

"Nuestro trabajo demuestra que las partes del cerebro que las personas usan en esta última tarea --combinar la valoración de los resultados de una opción y la magnitud en una decisión final-- coinciden estrechamente con las regiones cerebrales que se usan diariamente al decidir cómo gastar el dinero o elegir comida".

Utilizando imágenes en tiempo real del cerebro, Shenhav y Greene enfrentaron a 34 sujetos con hipotéticas elecciones entre salvar una vida con seguridad o salvar varias vidas, pero sin garantías de éxito. El experimento varió de forma sistemática tanto en el número de vidas como el riesgo y las posibilidades de éxito.

Descubrieron que una región cerebral denominada córtex prefrontal ventromedial cuantificó el 'valor moral esperado' de una opción incierta, integrando la información sobre el número de vidas a salvar y la probabilidad de conseguirlo. Otra parte del cerebro diferente valoró la magnitud de los resultados y los posibles frutos.

En definitiva, este estudio avanza en la comprensión sobre cómo las personas toman decisiones que afectan a su vida y a otras. Muchas de estas decisiones, las de consecuencias más importantes, las toman los políticos y en muchos casos, una sóla elección puede impactar sobre cientos de personas.

"Por ejemplo --apunta Greene--, cómo decidió el presidente Truman utilizar armas nucleares contra Japón en 1945, acabando con la II Guerra Mundial pero con un enorme coste". "Nuestros resultados sugieren que este tipo de determinaciones emplean los mismos mecanismos básicos que usa nuestro cerebro para valorar si merece la pena gastar unos cientos de dólares para extender en extender la garantía de un coche nuevo", asevera.

"Truman, como otras personas que toman decisiones en su vida cotidiana, tuvo que unir la información sobre las probabilidades y las magnitudes para tomar su determinación", indica Shenhav, añadiendo que, "como lo hace un individuo que compra un coche, Truman probablemente dependió de su cortex prefrontal ventromedial para valorar sus opciones".

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