PALMA DE MALLORCA, 2 Jul. (EUROPA PRESS) -
Unas 100 personas que padecen el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) se han sometido a cirugía plástica en Baleares para recuperar su cara, desde que en 2000 el Hospital Son Dureta ofrece esta posibilidad a quienes sufren lipodistrofia, un efecto secundario de los medicamentos anti-retrovirales con los que se mantiene la enfermedad a raya.
Son Dureta es el único hospital público de las islas que realiza esta intervención, consistente en infiltrar prótesis líquidas bajo las mejillas y sienes, dependiendo de cada caso, a quienes han perdido la grasa de la cara tras años de tratamiento.
El doctor Mariano Rovira, responsable de realizar las infiltraciones, explicó a Europa Press que la media de operaciones que lleva a cabo es de tres o cuatro al mes, ya que el material que utilizan es "muy caro", de 500 a 1.000 euros por paciente. "No está indicado para todos los afectados por el virus, han de estar bajos de carga viral y no sufrir ningún problema hepático", señaló.
Lo cierto es que la mayoría de los que logran acceder a este servicio quedan "muy satisfechos". Este el caso de Cristina. Después de 14 años medicándose, hace dos decidió mejorar su aspecto. "Vas perdiendo la masa de las piernas, el culo... y se te pone como una barriga de embarazada. El complejo que te crea es enorme".
La mala distribución de la grasa corporal (lipodistrofia) puede intentar disimularse, asegura Cristina, "pero la cara llama mucho la atención. Tú quieres incorporarte a la vida social, pero los continuos comentarios de la gente no ayudan nada".
Aunque Cristina se desplazó hasta Badalona para ser atendida por una Fundación que costea los gastos de la cirugía, la técnica desarrollada por el doctor Rovira obtiene también "muy buenos" resultados. Hasta el momento, son tres las comunidades que ofrecen este servicio en el catálogo de la Seguridad Social, Andalucía, Navarra y Baleares. Cataluña estudia incorporarlo a la sanidad pública en 2007.
En Son Dureta, la lista de espera es de unos ocho meses y, en el transcurso, muchos pacientes son rechazados por no cumplir las condiciones necesarias. Rovira asegura que la intervención es "sencilla". "Apenas 20 minutos con anestesia local. El único riesgo es sufrir una infección, ya que éstos pacientes son propensos. Por eso seleccionamos muy bien a las personas".
Cristina lo tiene claro, "vale la pena". "Desde que me decidí, la gente me comenta si he engordado. Personalmente, me veo mucho mejor", dice orgullosa mientras muestra una foto del "antes". "Yo quería recuperar mi cara, la que me correspondía por mi edad", aclara. "Quedé muy contenta y muy satisfecha. Ayuda mucho a nivel psicológico. Ya que es una enfermedad crónica, por lo menos hay que hacerla llevadera"
Generalmente, son los médicos de medicina interna, encargados de seguir el tratamiento contra el VIH, los que ponen en contacto a los pacientes que más acusan la lipodistrofia con la Unidad de Cirugía Plástica de Son Dureta. En el caso de Cristina, cuenta que fue su médico el que se lo propuso. "Vio que me preocupaba el tema, porque hay gente a mi alrededor que no sabe que soy seropositiva".
El próximo 7 de octubre , el Pueblo Español de Palma acogerá un Congreso de usuarios de este material utilizado en Son Dureta, el Bio-Alcamid. Este implante líquido no es absorbido por el cuerpo, por lo que "puede retirarse en cualquier momento", señaló Rovira. La técnica consiste en inyectar los implantes con unas cánulas finas que evitan el pinchazo, de modo que no queda ninguna marca. "Estamos satisfechos con los resultados. El postoperatorio es casi inexistente".