MADRID 7 Jul. (EUROPA PRESS) -
La "terapia de la dignidad" ofrece beneficios sustanciales frente a los cuidados paliativos y la atención al paciente comunes, mejorando la calidad de vida y teniendo en cuenta la dignidad del paciente al final de su vida al tiempo que se da apoyo a los familiares. Los resultados de los ensayos controlados aleatorios de esta nueva psicoterapia, publicados rimero en línea en 'The Lancet Oncology', sugieren que la "terapia de la dignidad" debería aplicarse a todos aquellos individuos que se encuentren al final de sus vidas.
A pesar de los progresos alcanzados en la mejora de las molestias físicas de pacientes en cuidados paliativos, existen pocas intervenciones que traten las necesidades emocionales, sociales y espirituales de los pacientes y sus familias. Esta carencia supone un reto constante.
La "terapia de la dignidad" (una terapia psicológica única y personalizada) fue diseñada para aliviar el estrés y la experiencia del final de la vida mediante permitir a los pacientes que expresen y documenten lo que deseen o lo que ansíen sea recordado. Un primer estudio sugirió que la "terapia de la dignidad" funciona en casi todos los casos.
En este estudio, un equipo internacional liderado por Harvey Max Chochinov de la Universidad de Manitoba en Winnipeg (Canadá) examinó si la "terapia de la dignidad" podía reducir el estrés y facilitar la experiencia del final de la vida en 326 pacientes en estado terminal a partir de los 18 años de edad hospitalizados en Canadá, Estados unidos y Australia.
A los pacientes se les asignó aleatoriamente tratamiento con la "terapia de la dignidad" (108 pacientes), asistencia centrada en el paciente (107) o cuidados paliativos (111). Se apuntaron resultados en escalas que miden el bienestar espiritual, la dignidad, la depresión y la calidad de vida al principio y al final del estudio. También se evaluó la experiencia de los pacientes mediante formularios.
Aquellos pacientes que recibieron la "terapia de la dignidad" tuvieron una respuesta más positiva al reconocer la utilidad de la terapia, mejoraron su calidad de vida, elevaron su sentido de la dignidad, cambiaron la percepción sobre cómo los veían y apreciaban sus familiares -los cuales también resultaron beneficiados- en comparación a aquellos que habían pasado por terapias convencionales.
La "terapia de la dignidad" demostró mejorar la terapia de asistencia centrada en el paciente puesto que logró mejorar el bienestar espiritual y significativamente más beneficiosa que los cuidados paliativos ya que redujo la tristeza y la depresión. Sin embargo, no se encontraron diferencias notables en los niveles de angustia entre los diferentes grupos.
En palabras del autor, "aunque la habilidad de la 'terapia de la dignidad' para mitigar estados graves de angustia como la depresión, el deseo de muerte o las intenciones suicidas aun necesita ser demostrada, sus beneficios en términos de evaluación personal de la terapia por parte de los pacientes apoya su aplicación clínica".
Por otro lado, Cheryl Nekolaichuk del Hospital Grey Nuns Community de Edmonton (Canadá) apunta la dificultad de valorar la intervención psicológica en este sector vulnerable de la población. "Las terapias psicológicas, como la "terapia de la dignidad" ofrecen a pacientes y familiares herramientas para enfrentarse a problemas existenciales como evidencian los ensayos controlados aleatorios.
Sin embargo, necesitamos considerar otras aproximaciones para demostrar la efectividad de la terapia, por ejemplo, ¿cómo podemos medir el efecto de la "terapia de la dignidad" según la idea de dolor existencial de un paciente? ¿cómo puede la terapia ayudar en la reconciliación de un paciente con su familiares? ¿cómo medimos el efecto a largo plazo del dolor y posterior desarrollo de una niña de tres años cuya madre muere de cáncer? Necesitamos encontrar la forma de medir estas importantes cuestiones para demostrar que este terapia ofrece una mejora significativa".