SEVILLA 10 Jun. (EUROPA PRESS) -
La brecha digital dificulta a los padres la detección del ciberacoso entre los menores, según han expuesto pediatras reunidos en el '62 Congreso de la Asociación Española de Pediatría' (AEP), que se ha celebrado en Sevilla la pasada semana.
En un comunicado, la AEP sostiene que no existe un "síndrome del niño acosado" y en cada caso las manifestaciones pueden ser muy diversas. Lo primero que pueden notar los padres son cambios en los hábitos de sus hijos: en el uso de dispositivos móviles o de Internet, ausencias repetidas a clase, ausencia en actividades hasta ese momento preferidas, disminución del rendimiento académico con disminución de la capacidad de concentración, cambios o desaparición de amistades.
Los pediatras señalan e su nota que también son muy significativos los cambios en el estado de ánimo o la aparición de síntomas como insomnio, cefalea o dolor abdominal de reciente aparición y sin causa aparente.
Cuando el acoso se produce en el entorno online, el llamado ciberacoso, el principal problema es el mayor sufrimiento en las víctimas, al permanecer más tiempo el objeto de burla o agresión en el medio virtual y aumentar la audiencia que tiene acceso al daño que producen los ataques de los agresores/as, provocando un mayor riesgo de trastorno del ánimo y del suicidio.
A esto se suma la falsa sensación de impunidad y anonimato que tiene el agresor en internet y la dificultad para detectar el ciberacoso, en lo que influye sobremanera la llamada 'brecha digital'. "Es la primera vez en la historia de la humanidad en que los más jóvenes saben más que los adultos de algún tema concreto", explica la doctora María Salmerón, que ha participado en este congreso, con la ponencia 'Ciberacoso y sus síntomas'.
En su opinión, los jóvenes han nacido en la era tecnológica pero no han tenido, en muchos casos, una educación previa en el buen uso de internet, ni conocen sus riesgos. Saben usar la herramienta, pero no saben cómo hacerlo de forma segura.
Para poner coto a esa carencia, los pediatras consideran que los padres deben formarse en el entorno online y en las medidas de seguridad que existen para proteger los dispositivos conectados a internet --y así, poder controlar la actividad de sus hijos y sus relaciones virtuales--, además de trasmitirles que en la vida virtual deben regir las mismas normas de convivencia y de respeto al otro que en la vida real.
"No se trata de prohibir sino de educar, al igual que se educa a cruzar una calle", explica la doctora Salmerón. Una educación que debe iniciarse en cuanto los menores empiezan a tomar contacto con las nuevas tecnologías, a los 2-3 años de edad, y adecuar dichas normas según la edad.
Las estadísticas indican que la mayoría de los niños y adolescentes tiene acceso a internet -muchos de ellos a través del teléfono móvil-, y que el 82,5% se conecta a diario, la mayoría sin información previa y sin tener instalados los programas adecuados para una navegación segura.
Un estudio realizado entre 2.412 escolares vallisoletanos de entre 13 y 18 años en el curso académico 2011-2012 pone de manifiesto que el 18,9 por ciento de estos menores ha contactado con desconocidos; una cifra similar (18,7%) ha llegado a tener a citarse y verse con un extraño con el que se ha contactado a través de la red. Un 19,6 por ciento reconoce haber grabado o difundido imágenes de otros sin su consentimiento. El 12,3 por ciento de estos estudiantes de ESO y bachillerato afirma haber recibido llamadas o mensajes de compañeros con insultos o amenazas, y son más, un 14,2 por ciento, los que relatan haberlo hecho a través del ordenador o el teléfono móvil.
Estos datos coinciden con los del estudio realizado por INTECO en 2012 'Sobre Hábitos seguros en el uso de las TIC por niños y adolescentes y e-confianza de sus padres' que destaca "el salto de casi 10 y 13 puntos porcentuales respectivamente que separa las percepciones de hijos y padres en cada una de las modalidades de acoso entre iguales. Esto parece indicar que los adultos no son del todo conscientes de los casos en que el origen del peligro se encuentra en el propio menor, prosigue la doctora Salmerón.
Cualquier cambio de hábitos en el uso de las nuevas tecnologías, la sensación de notar que "está diferente" y más si va unido a algún síntoma físico, es un aviso de que algo no va bien. Para evitarlo, lo ideal es saber qué hace el menor cuando está conectado, instalar un buen anti virus, un corta fuegos y un programa de control parental.
Igualmente, conviene dosificar el tiempo de uso, tener el ordenador en un lugar común, controlar el empleo de webcam, y que, por ejemplo, si nuestro hijo usa correo electrónico lo haga desde una cuenta familiar.