MADRID 6 Sep. (EUROPA PRESS) -
El coordinador de Investigación del Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña y director científico del Instituto de Investigación Biomédica de la misma ciudad (INIBIC)el doctor Francisco Blanco, ha afirmado que "los avances en el tratamiento y diagnóstico del paciente de artrosis hasta ahora han sido muy amplios, pero existe una gran necesidad de buscar biomarcadores genéticos y proteínicos que ayuden en el diagnóstico precoz de la artrosis en su fase asintomática", según ha afirmado .
La artrosis provoca una incapacidad paulatina que repercute directamente en la disminución de calidad de vida del paciente, poder abordarla desde un estadio temprano ayuda también a que el proceso incapacitante se ralentice e incluso se congele. "Cuando los síntomas salen a la luz, el daño articular es ya tan grande que las actuales terapias tienen una dificultad añadida para ser eficaces", ha recalcado.
"Para poder avanzar en este sentido, es necesario variar la definición actual de artrosis, que hoy por hoy lleva implícita la presencia de dolor, y por tanto diagnosticar a los pacientes antes de que lo padezcan", ha apuntado el doctor.
Los estudios realizados hasta el momento en este sentido han mostrado datos preliminares, aunque no validados todavía, que indican la existencia de biomarcadores asociados a la remodelación ósea y la destrucción articular medibles en suero.
"Estos indicadores señalan si la articulación sufre desgaste para, así, tratarla de forma precoz", ha señalado experto. El doctor ha explicado que si estos resultados se validan, "se podría abordar tempranamente a la población con mayor riesgo de sufrir artrosis --obesos, con problemas de ligamentos o de menisco en la articulación de la rodilla o con antecedentes familiares--, y hacerles un seguimiento para comprobar que estos biomarcadores se frenan progresivamente".
TAMBIÉN ES NECESARIO BUSCAR FENOTIPOS COMUNES EN LA POBLACIÓN
De la misma forma, Blanco también ha hecho hincapié en la búsqueda de fenotipos comunes en subgrupos poblacionales que puedan ayudar a conocer la artrosis y su comportamiento.
"Una de nuestras líneas de trabajo se centra en el estudio de los polimorfismos del receptor de la interleucina 1, que puede definir un perfil de paciente con menor riesgo de desarrollar la enfermedad", ha indicado.
"Esta probabilidad también es menor y menos severa en los pacientes que integran el haprogrupo J, con polimorfismos en el ADN mitocondrial, ya que en este grupo el nivel de destrucción del cartílago es bajo". Ambos polimorfismos afectan al 10 por ciento de los pacientes con artrosis.
Uno de los aspectos que más ha evolucionado en los últimos años es, a juicio del doctor, la investigación básica de la patogénesis de la artrosis, sobre todo en el área de la genética.
"Poco a poco se está variando el concepto sobre lo que es la artrosis, ya no sólo se ve como una patología del cartílago articular exclusivamente, sino como una afectación de todos los tejidos que afectan a la articulación, entendiéndola como un órgano", ha señalado.
En esta afectación, "cada vez va ganando un mayor protagonismo el condrocito hipertrófico, sobre todo tras la publicación de varios estudios en la revista 'Nature Medicine' que demuestran que los mecanismos moduladores que dan lugar a este condrocito hipertrófico, también pueden intervenir en el proceso artrósico".
Estos datos "señalan hacia nuevas dianas terapéuticas como el factor inducible por hipoxia (HIF-1/2a), que interviene tanto en el proceso hipertrófico como en el artrósico", ha explicado.