Un biomarcador en la sangre podría conducir a nuevos tratamientos para la enfermedad de Lou Gehrig

Actualizado: martes, 7 agosto 2012 13:48

MADRID, 7 Ago. (EUROPA PRESS) -

Investigadores del Hospital Brigham y de Mujeres (BWH, pos sus siglas en inglés) han descubierto que los cambios en los monocitos (un tipo de glóbulos blancos) funcionan como biomarcador de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), o enfermedad de Lou Gehrig. Este hallazgo, publicado en 'The Journal of Clinical Investigation', supone un paso más hacia un nuevo tratamiento para esta enfermedad neurológica debilitante, que afecta a 30.000 estadounidenses.

En los estudios preclínicos, con ratones con una mutación en el gen ALS, los investigadores observaron que, dos meses antes de la aparición de la ELA, los monocitos en el bazo comenzaban a exhibir cualidades proinflamatorias. Posteriormente, al comienzo de la enfermedad, se produjo un aumento en las moléculas de señalización celular que causan que los monocitos inunden la médula espinal, y los científicos asociaron la afluencia de estos glóbulos blancos inflamados con la muerte de las células nerviosas en la médula.

Cuando los autores del estudio trataron a los ratones con anticuerpos para modular los monocitos inflamatorios, descubrieron que esto produjo que un menor número de monocitos entraran en la médula espinal, disminuyendo así la pérdida de células nerviosas.

Después de haber observado estas actividades en los ratones, los investigadores del BWH, en colaboración con el Hospital General de Massachusetts, descubrieron monocitos similares en humanos con ELA, que también exhiben una firma específica de la enfermedad inflamatoria.

Según Howard Weiner, coautor del estudio y director del Programa de Esclerosis Múltiple en el BWH, "ahora disponemos de un biomarcador para la ELA en la sangre, y esto abre nuevas dianas terapéuticas para tratar esta, y otras enfermedades".

Cada año, 5.600 personas en los Estados Unidos son diagnosticadas con esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad que afecta a los nervios y al funcionamiento de los músculos, conduciendo eventualmente a la parálisis. La edad media al diagnóstico es de 55 años, y la mitad de las personas afectadas viven tres, o más años, después del diagnóstico, el veinte por ciento vive cinco, o más años, y solo el 10 por ciento más de diez años.