MADRID 16 Jun. (EUROPA PRESS) -
Las mayores tasas de ansiedad y depresión que se dan entre las mujeres podrían tener una base biológica, según un estudio sobre animales realizado por investigadores del Hospital Infantil de Filadelfia, en Estados Unidos, publicado 'on line' en 'Molecular Psychiatry'.
En concreto, descubrieron que las señales de estrés funcionan de forma diferente en el cerebro de las mujeres y de los hombres, siendo las mujeres más sensibles a los niveles bajos de una hormona que organiza la respuesta al estrés en los mamíferos --el factor liberador de la corticotropina (CRF, por sus siglas en inglés) y menos capaces de adaptarse a sus niveles altos que los hombres.
Se sabe que las mujeres tienen una mayor incidencia de depresión, desórdenes de estrés postraumático y otros problemas relacionados con la ansiedad. Sin embargo, hasta ahora se desconocían los mecanismos biológicos que sustentaban esa diferencia con los hombres.
Según la autora principal de este trabajo, Rita J. Valentino, una neurocientífica conductual del Hospital Infantil de Filadelfia, "esta es la primera evidencia de que existe una diferencia entre sexos en cómo los neurotransmisores y receptores intercambian señales".
"Aunque hay que realizar más investigaciones para determinar si estos descubrimientos se pueden aplicar a los humanos, ésto podría ayudar explicar por qué las mujeres son dos veces más vulnerables que los hombres a los desórdenes relacionados con el estrés", indica.
El equipo de Valentino analizó el cerebro de un grupo de ratas que respondían a una prueba de natación forzada y averiguó que, en el cerebro de las ratas hembra, las neuronas tenían receptores de la CRF que saltaban con mayor potencia ante las señales celulares que en las ratas macho, por lo que era mayor la respuesta de las hembras al CRF.
Además, tras ser expuestos al estrés, las ratas macho demostraron una respuesta adaptativa, denominada internalización, en sus células cerebrales. En concreto, sus células redujeron el número de receptores de CRF y hicieron así menos reactivas a esta hormona. En ratas hembras esta adaptación no se dio porque una proteína importante para esta internalización no está ligada al receptor CRF.
"Esto es un estudio en animales y no podemos decir que el mecanismo biológico es el mismo en los humanos", ha puntualizado Valentino, quien añadió que otros mecanismos juegan un papel en la respuesta al estrés que dan los humanos y que incluye la acción de otras hormonas.
Sin embargo, añade, "los investigadores ya saben que la regulación del CRF se interrumpe en los desórdenes psiquiátricos relacionados con el estrés, por lo que este trabajo podría ser relevante para entender la biología humana".
Además, Valentino ha destacado que anteriores estudios sobre los desórdenes de estrés en animales sólo utilizaron roedores macho, por lo que permanecieron indetectables las diferencias de género. "Los trabajos farmacológicos que investigan los antagonistas del CRF como tratamiento para la depresión podrían necesitar tomar en cuenta las diferencias de género a nivel molecular", concluyó.