MADRID 8 Feb. (EUROPA PRESS) -
La actual crisis económica y financiera ha provocado un mayor estrés laboral entre la ciudadanía, bien por la preocupación por el fracaso de un negocio bien por la pérdida del trabajo, según destacó el secretario de la Fundación Española del Corazón (FEC), Alfonso Varela, lo que ha derivado también en un aumento del riesgo de infartos de miocardio en España.
"Aunque todavía no hay datos que reflejen esta mayor incidencia por culpa de la crisis", explicó este experto en declaraciones a Europa Press, la relación entre la actual situación económica, un mayor estrés laboral y un aumento significativo del riesgo de infartos es "clara".
El problema, según Varela, es que en el desarrollo de estas patologías cardiacas "influyen muchos factores" y, por tanto, "es difícil diferenciar la relación directa", ya que al mismo tiempo "puede haber otros factores, como la reducción del consumo de tabaco en los últimos años, que contrarreste los efectos negativos de la crisis".
A pesar de que el efecto del estrés sobre el riesgo de infarto se observa de forma general, con independencia de la edad, sexo, región demográfica o grupo étnico, se ha demostrado que "los diferentes indicadores de estatus socioeconómico y nivel educativo, vinculado a otros factores de riesgo cardiovascular, se asocian a un mayor riesgo de padecer un infarto, en especial en países con elevado nivel de desarrollo".
De este modo, afecta más a aquellos ciudadanos procedentes de estratos socioeconómicos bajos, con un nivel educativo inferior, y con elevados niveles de estrés, que "pueden ser derivados de situaciones vitales estresantes, como problemas financieros, fracaso en los negocios o pérdida del empleo".
Esta situación se debe fundamentalmente a que el estrés es el gran causante del aumento de la secreción de las catecolaminas, que provocan un incremento de la tensión arterial, convirtiéndose en un importante factor de riesgo cardiovascular.
A su vez, añadió Varela, el incremento de la tensión arterial, la frecuencia cardiaca y las alteraciones metabólicas favorecen el desarrollo de la aterosclerosis, lo que puede desencadenar complicaciones cardiovasculares asociadas, tales como infartos, anginas de pecho y accidentes cerebrovasculares.