MADRID, 3 Sep. (EUROPA PRESS) -
Los pacientes que sufren apnea obstructiva del sueño (SAOS), tienen el doble, o incluso el triple, de probabilidad a sufrir accidentes cerebrovasculares e infartos de miocardio, según la Sociedad Española de de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Dos recientes estudios realizados por neumólogos españoles del Hospital Universitario de La Paz (Madrid) y del Hospital Miguel Servet (Zaragoza), confirman que este trastorno, que consiste en paradas frecuentes de la respiración mientras se duerme, "el riesgo a sufrir accidentes cardiovasculares es mayor de lo que hasta ahora se creía".
La apnea del sueño, en mayor o menor medida, afecta a gran parte de la población, los expertos estiman que a más del 20 por ciento de la población adulta, de los que casi dos millones de personas necesitan ser tratadas al tener una sintomatología más acusada. Los especialistas consideran que una persona tiene apnea cuando en una sola noche tiene más de cinco paradas respiratorias de más diez segundos cada una.
Este trastorno se traduce en un descenso continuado de la presencia de oxígeno en la sangre, a la par que en una liberación de sustancias nocivas implicadas en la elevación de la tensión arterial y daño a los vasos sanguíneos. "Cuando esta situación se sostiene en el tiempo es fácil concluir el riesgo cierto que conlleva para la salud del sistema circulatorio", indica el jefe de Neumología del Hospital San Pedro de Alcántara (Cáceres), y miembro del área de trabajo de Trastornos del Sueño de SEPAR, el doctor Fernando Masa.
En cuanto a la posible curación, los expertos recuerdan que no existe una terapia que elimine el trastorno, pero existe un tratamiento eficaz que mejora los síntomas y reduce por tanto el riesgo cardiovascular. Se trata del dispositivo conocido como presión aérea positiva continua (CPAP), que el paciente debe usar cada noche, dotado de un tubo y una mascarilla que insufla aire a presión a fin de impedir la causa directa de la apnea. Las últimas investigaciones realizadas señalan que el empleo de esta terapia, durante al menos cuatro horas del tiempo dedicado al sueño, reduce significativamente la probabilidad de accidentes cardiovasculares y cerebrovasculares.