MADRID 28 Jun. (EUROPA PRESS) -
Los homínidos africanos de hace 2 millones de años llevaban una dieta diferente a la de, prácticamente, todos los demás antepasados humanos conocidos, según un estudio, publicado en 'Nature', dirigido por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig (Alemania), y la participación de la Universidad de Colorado en Boulder (EE.UU.).
El estudio indica que el 'Australopithecus sediba' -un homínido desgarbado de baja estatura, que vivió en el sur de África- consumía alimentos más duros que otros homínidos tempranos, como árboles, arbustos y frutos. En contraste, casi todos los otros ancestros humanos africanos, como el 'Paranthropus boisei' -llamado "el hombre cascanueces", debido a sus enormes dientes y mandíbulas- se centraban más en el consumo de pastos y juncos, según explica Paul Sandberg, de la Universidad de Colorado.
La dieta del 'A. sediba' se analizó mediante una técnica por la que se escanean los dientes fosilizados con un láser. El láser libera carbono del esmalte de los dientes, lo que permite a los científicos identificar los tipos de plantas que consumían los homínidos, así como los entornos que habitaban. Las señales de carbono de los dientes se dividieron en dos grupos: plantas C3, como árboles, arbustos y matorrales, preferidos por el A. sediba; y plantas C4, como hierbas y almendras, consumidas por muchos otros homínidos tempranos.
Los dientes de los dos individuos 'A. sediba' analizados en el estudio tenían valores de isótopos de carbono fuera del rango de los 81 homínidos previamente estudiados. Según Sandberg, "este es un hallazgo importante, porque la dieta es uno de los aspectos fundamentales que impulsan el comportamiento y el nicho ecológico de un animal. A medida que los entornos cambian con el tiempo, debido a las variaciones del clima, los animales se ven obligados a moverse o adaptarse a su nuevo entorno".
Los investigadores concluyeron de sus pruebas científicas que la corteza de los árboles, y otros alimentos duros, fueron, por lo menos, una parte estacional de la dieta del 'A. sediba'. Mientras que la corteza y la madera no habían sido documentados como un componente de la dieta de cualquier otro homínido africano antiguo, estos alimentos son consumidos por muchos primates contemporáneos, y contienen proteínas y azúcares solubles. Según los científicos, la dieta del 'A. sediba' pudo haber sido similar a la de los chimpancés que habitan hoy en día la sabana africana.
Un aspecto singular del proyecto fue el análisis de partículas fosilizadas microscópicas de plantas, conocidas como fitolitos, atrapadas en el antiguo sarro dental -una forma endurecida de placa dental- según explica Amanda Henry, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.
"El hecho de que estos fitolitos se conserven en los dientes de estos homínidos de hace 2 millones de años es notable", agrega Sandberg, "los datos obtenidos de los fitolitos sugieren que el 'A. sediba' evitaba las hierbas que crecían en las praderas abiertas, abundantes en la región en aquel momento".
Una tercera línea independiente de estudio -el análisis de hoyos microscópicos y arañazos en los dientes del 'A. sediba'- reveló lo que habían estado comiendo justo antes de su muerte, confirmando que, al menos, uno de los homínidos consumía alimentos duros.
El 'A. sediba' es particularmente intrigante para los antropólogos: los dos primeros individuos descubiertos en 2008, un macho joven y una hembra adulta, en la Cueva de Malapa, a unos 30 kilómetros al norte de Johannesburgo, al parecer, habían muerto tras caer en una fosa dentro de la cueva. Con una postura erguida y los brazos largos, la curiosa criatura parece tener características de los homínidos primitivos y modernos -como un tobillo similar al humano, dedos cortos, un pulgar largo de agarre, y un cerebro relativamente complejo, en comparación con los anteriores homínidos.
Las evidencias paleontológicas, incluyendo el polen y los fitolitos, muestran que la región alrededor de Malapa, hace 2 millones de años, era abundante en pastizales y vegetación leñosa. Los isótopos de carbono en los dientes antiguos de roedores y mamíferos de pezuña, que habitaron la región en el momento, indicaron que tenían una gran afinidad con las plantas C4.
Según los investigadores -a pesar de que la muestra es demasiado pequeña para ser concluyente-, aunque parecía que los homínidos de hace 4 millones de años tenían dietas diferentes a la de los monos actuales, puede que este no sea el caso.