HUELVA 17 Jul. (EUROPA PRESS) -
Elena Masera, la madre de Ch.L.M., una niña de ocho años que ingresó en el Hospital Juan Ramón Jiménez el 24 de diciembre de 2005 aquejada de una apendicitis y que falleció tres días después a causa de una infección, ha acudido este martes al juzgado para notificar que "al ser insolvente no puede pagar" la multa de más de 500 euros que le fue impuesta tras ser denunciada por lesiones por trabajadores de ese hospital. En concreto, fue condenada a pagar multa de 150 euros por una falta de lesiones y otra de 100 euros por una falta de amenazas, así como a pagar una indemnización de 264 euros a una celadora del citado centro que la denunció por los hechos.
En declaraciones a Europa Press, Masera ha señalado que ha ido este martes al juzgado para notificar que es "insolvente" y, por tanto, "no puede afrontar el pago". En este sentido, ha lamentado que al no hacer frente al pago "pueda incluso ir a la cárcel", aunque ha confiado en que esto no ocurra ya que su situación financiera no le permite abonar la multa.
Así, Masera ha mostrado su confianza en que en lugar de estudiarse la posibilidad de que pueda ingresar en prisión, le impongan, por ejemplo, la realización de trabajos en beneficio de la comunidad, pero "no en el hospital Juan Ramón Jiménez", ha remarcado.
Cabe recordar que el pasado mes de octubre, el Juzgado de Instrucción número 1 de Huelva condenó a Masera a pagar una multa de 150 euros por una falta de lesiones y otra de 100 euros por una falta de amenazas, así como a pagar una indemnización de 264 euros a una celadora del citado centro que la denunció por los hechos.
Según reza en la sentencia, a la que tuvo acceso Europa Press, se declara probado que el día 13 de diciembre de 2006 sobre las 19,30 horas los denunciantes se encontraban prestando servicios profesionales en el Hospital Juan Ramón Jiménez, cuando se personó la denunciada, llamó a la puerta y le abrió la celadora, la cual le dijo que allí no podía estar, respondiendo Masera "de manera violenta dándole una torta en la cara y un golpe en el codo".
Por todo ello, tuvo que salir en su auxilio el otro denunciante, que intentó tranquilizar a Elena Masera, la que le dijo que eran "unos asesinos que habían matado a su hija".
Por su parte, la denunciada explicó en el juicio que "ese día se personó en el hospital y que llevaba una cestita de bombones con una carta en alusión a los bombones que su hija no se pudo comer y que pensaba irónicamente felicitar al personal sanitario, momento en el que perdió los papeles y tiró la cesta". Del mismo modo, explicó que lo quería era "hacer algo sutil, pero no violento y todo ello como consecuencia del fallecimiento el año anterior de su hija por una negligencia médica".