Dicen que queda "mucho por hacer" después de que hayan fallado el 99,6% de los ensayos clínicos
BARCELONA, 9 Jul. (EUROPA PRESS) -
El científico de la Universidad de Cambdrige Christopher Dobson, la neuróloga del Hospital General de Massachusetts Teresa Gómez-Isla y la experta del Institut de Recerca Biomèdica (IRB) de Barcelona Natàlia Carulla han abogado por dedicar al abordaje de la "epidemia" del Alzheimer los mismos recursos que actualmente se destinan a la lucha contra el cáncer.
Los tres participan desde este miércoles hasta el viernes en la Conferencia Barcelona Biomed sobre Alzheimer y Beta amiloide, organizada por el IRB y la Fundación BBVA en la sede barcelonesa del Institut d'Estudis Catalans (IEC), en la que ahondarán junto a 160 científicos internacionales más en los retos de una enfermedad que afecta a 40 millones de personas en el mundo --600.000 en España y 112.000 en Catalunya--.
Han coincidido en alertar de que en 2050 se habrán más que triplicado las personas que sufren esta enfermedad, "fuertemente asociada a la edad y que se erigirá como la plaga del siglo XXI", teniendo en cuenta el progresivo envejecimiento de la población, algo para lo que no se están destinando suficientes recursos económicos y humanos --la inversión en cáncer es actualmente diez veces superior a la del Alzheimer--.
La doctora Gómez-Isla ha concretado que el Alzheimer es actualmente imposible de prevenir, se diagnostica habitualmente en estados avanzados y no existe ningún fármaco que ralentice la progresión: el 99,6% de las terapias ensayadas han fracasado, lo que frena buena parte de la industria a invertir en nuevas pruebas.
"No hemos hecho las cosas bien después de un siglo de investigaciones. Esperamos que no vuelvan a pasar cien años más hasta lograr una cura", ha dicho la doctora, que ha admitido que la falta de financiación y la complejidad del proceso de destrucción de células neuronales han ralentizado los avances clínicos.
Pese a ello, la comunidad científica ha hecho "avances capitales" en los últimos años sobre el origen de la enfermedad, ha dicho Dobson, que ha animado a invertir más en la lucha contra el Alzheimer para lograr detectar con antelación la enfermedad y combatirla con eficacia una vez manifestada, ha dicho Gómez-Isla.
Ha concretado que si los ensayos clínicos han fallado es porque los estudios se han centrado en enfermos muy avanzados y en tratar las placas de proteína amiloide, cuando se sabe que causa la enfermedad, pero se desconoce si tiene un papel importante cuando ya se ha desencadenado.
ÚLTIMAS INVESTIGACIONES
Las últimas investigaciones apuntan a agrupaciones de amiloides más pequeñas "que no se ven ni si quiera con imagen y que podrían tener una implicación muy directa", por lo que Carulla ha pedido más recursos en ensayos orientados a este proceso, que se está investigando en el IRB.
Hallazgos recientes también han revelado que hay pacientes con grandes concentraciones de amiloides en su cerebro que mueren sin haber presentado síntomas, lo que genera muchas preguntas a la comunidad científica: los tres han admitido que "todavía queda muchísimo por hacer".
Gómez-Isla ha avanzado que recientemente se ha iniciado el primer ensayo preventivo de enfermos de Alzheimer con un fármaco antiamiloide que se aplicará durante tres años a pacientes que todavía no han desarrollado síntomas: "Poder detectar la enfermedad antes de que se manifieste es muy importante para mejorar los ensayos y crear fármacos más eficaces".
También ha celebrado que científicos británicos hayan ideado un análisis de sangre que permita identificar 10 proteínas y predecir el Alzheimer, pero se ha mostrado prudente: "No podemos olvidar que debe validarse todavía".
OTRAS ENFERMEDADES
Por su parte, Dobson ha explicado que, además del Alzheimer, existen medio centenar de enfermedades causadas por la acumulación de amiloides descubiertas recientemente, que también podrían solucionarse si se avanza en la investigación de las primeras etapas del proceso destrucción celular, en las que se halla el mayor reto de los científicos.
Ha manifestado la importancia de hallar biomarcadores que permitan identificar los pequeños grupos de amiloides que se empiezan a formar en el cerebro unos 20 años antes de que aparezcan los primeros síntomas, además de entender el proceso por el cual acaban evolucionando y formando grandes concentraciones neurotóxicas.