MADRID 25 Sep. (EUROPA PRESS) -
La vida en ambientes extremos, como en ácidos calientes y metales pesados, puede hacer que organismos muy similares reaccionen al estrés de maneras muy diferentes, según un nuevo estudio de la Universidad de Carolina del Norte publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).
Por ejemplo, según los expertos, un organismo unicelular de una fuente termal cerca del Monte Vesubio, en Italia, se enfrenta directamente a la toxicidad del uranio consumiendo este metal pesado para obtener energía. Por oro lado, un organismo unicelular que vive cerca de una mina de uranio abandonada, en Alemania, se enfrenta a la toxicidad del uranio bloqueando sus procesos celulares --con el fin de inducir un tipo de coma celular-- cuando los niveles tóxicos del uranio están presentes en su entorno. Curiosamente, estas respuestas diferentes al estrés ambiental provienen de dos organismos que son genéticamente idénticos (en un 99,99 por ciento).
Los investigadores señalan que estos organismos extremos --formas básicas de vida llamadas Archaea-- no tienen núcleo, y son tan pequeños que sólo se pueden ver mediante un microscopio.
Los científicos, dirigidos por Robert Kelly, profesor de Ingeniería Química y Biomolecular en la Universidad de Carolina del Norte, expusieron dos parientes muy cercanos de Archaea termoacidófila --que viven en ambientes muy ácidos con temperaturas que superan los 70 grados centígrados-- al uranio puro.
Uno de ellos, el 'Metallosphaera sedula', metabolizó el uranio con el fin de suplir sus necesidades energéticas (esta es la primera vez que se observa que un organismo puede utilizar directamente el uranio como fuente de energía). "Este hallazgo podría suponer una nueva forma de obtener uranio, utilizando microorganismos para liberar el metal a partir de los minerales - un proceso conocido como biolixiviación", apunta Kelly.
Por otro lado, su gemelo genético, 'Metallosphaera prunae', reaccionó de manera muy diferente. Cuando se enfrentó al uranio puro, el microorganismo entró en un estado latente, bloqueando los importantes procesos celulares que le permiten crecer. Cuando la amenaza tóxica desapareció, 'M. prunae' reinició sus procesos celulares y volvió a su estado normal.
Los expertos señalan que estos hallazgos podrían tener implicaciones para comprender cómo se desarrolla la resistencia a los antibióticos en los patógenos. Además, Kelly añade que el estudio pone en tela de juicio la manera en que los científicos clasificaban a los seres vivos antes del surgimiento de la era genómica.