MADRID, 10 Ene. (EUROPA PRESS) -
Las intoxicaciones por monóxido de carbono provocadas por la mala combustión de braseros de picón o estufas de gas ocurren con demasiada frecuencia en invierno, y es que, según estimaciones, anualmente sufren intoxicaciones de este tipo en torno a 1.500 personas, y entre 120 y 150 mueren a causa de ellas en España, según el doctor Gabriel Jiménez Moral, miembro del Grupo de Trabajo de Urgencias de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
Desde principios de diciembre los casos de infectados por intoxicaciones casi han superado el medio centenar. Entre ellos, un total de nueve personas resultaron intoxicadas el pasado uno de enero en Jerez de la Frontera (Cádiz), según informaron fuentes del servicio de emergencias 112.
El monóxido de carbono es un gas que se produce por una combustión incompleta de compuestos que contienen carbono, como el vegetal, la madera, la gasolina, etc., explica el doctor en declaraciones a Europa Press. "Este gas no huele mucho ni se ve, por lo que es prácticamente imposible detectarlo, y lo peor es que va consumiendo el oxígeno poco a poco si el lugar donde se encuentra la combustión está cerrado completamente", concreta.
Son varios los factores que dan lugar a esta situación de falta de oxígeno, como no ventilar adecuadamente el lugar donde se sitúa el sistema de calefacción, que normalmente son brasero de picón o estufa, "ya que la lumbre siempre tiene menos riesgo porque tiene chimenea", señala.
Según explica a Europa Press el responsable de Salud Pública de la Sociedad Española de Médicos Generales (SEMG), Fernando Pérez Escanilla, otro de los factores lo marcan las condiciones climáticas. "Suelen ser días de mucho frío en los que no corre aire, ya que si hiciese viento, como las casas no están debidamente aisladas el aire se colaría por las rendijas dando lugar a la ventilación del lugar", apunta.
Además, agrega, los casos de afectados siempre suelen darse en habitaciones de unos seis metros cuadrados, en las que hay una mesa camilla y sofás o sillas a su alrededor donde se sienta la familia durante horas e incluso duermen ahí la siesta.
SÍNTOMAS QUE EXPERIMENTA QUIEN SUFRE INTOXICACIÓN
Jiménez Moral explica que, en los primeros momentos, aunque los síntomas son bastante inespecíficos, "suelen aparecer los asociados a la falta de oxígeno que está sufriendo la persona, como cefaleas, náuseas, cansancio y malestar general".
Si sigue aumentando el nivel de gas, añade, estos empeoran y aparecen taquicardias, angina de pecho e incluso el infarto; síntomas neurológicos como somnolencia, vértigos o convulsiones; o respiratorios como edema agudo de pulmón, "llegando incluso a la muerte".
Para evitar estos sucesos, que pueden llegar a ser muy graves, el miembro de Semergen sugiere tener un detector de monóxido de carbono en el lugar donde situemos el sistema de calefacción. "En los párking ya se están instalando este tipo de detectores", recuerda.
Además, "es muy importante mantener en todo momento ventilada la habitación abriendo ligeramente puerta o ventanas, sobre todo cuando se acaba de meter el brasero, y no quedarse dormido bajo ningún concepto", advierte Escanilla. Asimismo, el miembro de la SEMG hace hincapié en la "importancia de no llevarse el brasero a dormir y ponerlo debajo de la cama". "Es algo que se hace a menudo y que conlleva un riesgo potencial", alerta.
¿QUÉ SE DEBE HACER ANTE UN CASO DE INTOXICACIÓN?
Tanto si es leve como grave, un caso de intoxicación "siempre debe ser valorado por profesional sanitario", remarca el especialista Jiménez Moral. "Lo primero que hay que hacer es retirar al infectado de la zona y airearla rápidamente abriendo ventanas y puertas de par en par".
Según Escanilla, "no hay que dejar nunca a la persona en el lugar, o puede ser que en cuestión de minutos tú también te afectes y pierdas el conocimiento". En los casos más leves, "a algunas personas se les tomará la tensión para comprobar que todo está bien, y otras también necesitarán mascarillas con oxígeno durante una hora", indica Jiménez Moral.