SAN SEBASTIÁN 21 May. (EUROPA PRESS) -
La alergia a los ácaros del polvo al polen primaveral es la más frecuente en Euskadi, ya que la humedad y las temperaturas templadas favorecen la proliferación de estos ácaros, por lo que provocan más síntomas alérgicos entre la población, especialmente en Vizcaya y Guipúzcoa.
Según ha informado el alergólogo de Sanser Centro Médico, en Baracaldo (Vizcaya), Miguel Herrerías, "la razón reside en el clima" que consigue que exista una mayor proliferación de los ácaros del polvo, lo que conlleva que los síntomas en personas alérgicas "son más intensos y frecuentes respecto a la media del Estado".
En otras comunidades autónomas, debido a su clima más seco y con temperaturas máximas y mínimas más extremas, los ácaros se reproducen con más dificultad. Todo ello, provoca que la alergia primaveral predomine sobre la alergia a los ácaros del polvo, ha indicado el especialista.
Además, las floraciones de las distintas plantas provocan que los pólenes alérgenos estén presentes en el aire durante varios meses. La alergia al polen del pino es más frecuente en febrero y marzo, y la de las gramíneas en mayo y junio, por ejemplo.
Debido a estas variaciones, muchas personas que en Euskadi pasan una primavera con escasos síntomas alérgicos, cuando viajan a otras regiones menos templadas y más secas, comienzan a sufrir los conocidos síntomas de la alergia primaveral. "Estos mismos síntomas pueden desaparecer una vez que regresan a un clima más húmedo y templado", ha señalado Herrerías.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El alergólogo de Sanser Centro Médico de Baracaldo ha destacado la necesidad de un diagnóstico diferencial, como paso previo imprescindible para poner en marcha un tratamiento efectivo, ya que los síntomas son "prácticamente los mismos para distintos tipos de alergia".
De este modo, el doctor Herrerías ha apuntado que "es imprescindible realizar una completa historia clínica del paciente, analizando qué síntomas se presentan o cuándo lo hacen". A continuación, se realiza un estudio alérgico, con una serie de pruebas en la piel, que sirven para analizar la respuesta del paciente a toda una batería de alérgenos.
Finalmente, con los resultados, se elabora una ficha alergológica del paciente, en la que se recoge, gracias al diagnóstico diferencial, qué alérgenos son los causantes del problema de salud y, de este modo, se prescribe el tratamiento más adecuado y específico para cada persona y caso.