Administrar ácido úrico después de un infarto cerebral reduce las secuelas neurológicas

Hospital Clínic de Barcelona
HOSPITAL CLÍNIC
Actualizado: martes, 7 octubre 2014 2:51

BARCELONA 13 Feb. (EUROPA PRESS) -

Administrar ácido úrico a pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular, combinado con fármacos trombolíticos para disolver coágulos, reduce las secuelas del ictus, según apunta un estudio del Hospital Clínic de Barcelona.

El trabajo, liderado por el director de la unidad de ictus del centro, Ángel Chamorro, ha analizado los datos de 421 pacientes tratados en una decena de hospitales españoles, y concluye que este tratamiento es especialmente favorable en el caso de mujeres, diabéticos y pacientes con un ictus leve.

Chamorro ha expuesto estos datos en la International Stroke Conference celebrada en San Diego (EE.UU.), ha indicado el Clínic en un comunicado, en el que puntualiza que el 40% de los pacientes analizados a los que se les administró ácido úrico estaban libres de secuelas a los tres meses del accidente, frente al 33% a los que simplemente se les administraron los fármacos trombolíticos habituales.

El ácido úrico es un compuesto de rechazo del metabolismo humano, pero parece que también puede actuar como neuroprotector: "Llevamos 12 años estudiando el comportamiento del infarto cerebral en pacientes a través de diferentes técnicas", ha indicado Chamorro.

"Hemos observado, tanto en animales como en humanos, que los sujetos que habían sufrido un ictus y tenían el ácido úrico elevado se recuperaban mejor. Actúa como un potente antioxidante", ha añadido.

De hecho, los investigadores apuntan a que la mayor discapacidad de las mujeres después de un episodio de este tipo podría estar relacionada con que, de media, tiene niveles de ácido úrico 2 miligramos inferiores a los hombres, lo que les hace estar "menos equipadas para combatir el estrés oxidativo" propio del ictus.

Por ello, la unidad del Clínic propone el ácido úrico como primera línea de tratamiento para el ictus y propone un cambio en el abordaje terapétucio actual de esta enfermedad, que afecta a 100.000 personas al año en España.