MADRID 29 Jun. (EUROPA PRESS) -
El 54 por ciento de los españoles mayores de 50 años asegura no acudir a revisiones periódicas de su próstata porque su médico de Atención Primaria no les recomienda la realización de estas pruebas, a pesar de ser por la edad un grupo de riesgo y pese a que esta es la única vía para fomentar el diagnóstico precoz de este tipo de cáncer, según un estudio del Círculo de Braquiterapia Prostática (CBP).
Este trabajo, titulado 'El conocimiento del cáncer de próstata entre los hombres españoles' y desarrollado sobre una muestra de 800 hombres de 50 años o más por entrevista telefónica el pasado mayo, señala el desinterés (30%), el desconocimiento (11%) y miedo (4%) como otros de los principales motivos para no ir al especialista.
La mitad de los españoles no se somete a revisiones urológicas periódicas para comprobar el estado de salud de la próstata, aunque el 72 por ciento es consciente de que este tumor es el segundo con mayor índice de mortalidad en hombres en España, tras el de pulmón.
Un 63 por ciento no sabe cómo puede prevenir el cáncer de próstata y sólo el 26 por ciento indica que la mejor manera es mediante revisiones periódicas que permitan un diagnóstico precoz. Sin embargo, el 46 por ciento de los varones todavía desconoce en qué consisten las pruebas de diagnóstico de esta enfermedad.
Un 63 por ciento niega conocer los síntomas y entre los que dicen sí saber cuáles son (37%), sólo el 13 por ciento conoce que en el cáncer de próstata no hay síntomas observables hasta que la enfermedad está muy avanzada.
Por otra parte, el 81 por ciento desconoce los tratamientos para combatir esta neoplasia, a lo que hay que añadir que el 43 por ciento de los que sí los identifican no sabe cuál de ellos es el más eficaz.
Cuando este tipo de tumor se detecta en sus fases iniciales, las posibilidades de curación aumentan en un 85 por ciento de los casos y es posible aplicar tratamientos menos agresivos, como la braquiterapia prostática, que consigue unos índices de curación similares a los de la cirugía radical o la radiación externa.
Además, disminuye la posibilidad de que la radiación alcance los órganos sanos adyacentes (recto y vejiga), por lo que efectos secundarios, como la impotencia sexual o la incontinencia urinaria, se ven minimizados y permiten al paciente mejorar su calida de vida.
Otra gran ventaja de este tratamiento consiste en que, al ser una operación relativamente sencilla, no requiere incisión quirúrgica y la estancia hospitalaria se reduce a 24 ó 48 horas, por lo que el enfermo puede retomar sus actividades diarias en poco tiempo.