MADRID 31 Ago. (EUROPA PRESS) -
Cerca del 60 por ciento de la población mundial que padece enfermedad cardiaca y el 50 por ciento de los que sufrieron un accidente cerebrovascular no están tomando ningún tipo de fármaco para prevenir el riesgo cardiaco, según un estudio realizado por investigadores de la McMaster University de Canadá y presentado en el marco del congreso de la Sociedad Europea de Cardiología, que se esta celebrando en París (Francia).
Según los investigadores, en los países de altos ingresos los que no recibieron un tratamiento fueron el 11,2 por ciento de los pacientes, frente al 45,1 por ciento de los pacientes en países con ingresos superiores medianos, el 69,3 por ciento de los pacientes en países con ingresos inferiores medianos y el 80,2 por ciento de los pacientes en países con ingresos bajos.
Entre las conclusiones, se observa que existe una notable diferencia entre el porcentaje de personas que recibían su tratamiento en los países en vías de desarrollo y en los países ricos. Y, en consecuencia, que existe una notable infrautilización de los fármacos cardiovasculares en todo el mundo.
El estudio PURE, que se realizó entre enero de 2003 y diciembre de 2009, ha analizado los casos de 154.000 pacientes adultos de entre 35 y 70 años que tenían antecedentes de enfermedad coronaria o accidente cerebrovascular. El objetivo de esta investigación es estudiar las diferencias en las medidas de prevención secundaria entre los países de diferentes ingresos económicos.
No obstante, se trata de un estudio parcial si se tiene en cuenta que no incluye datos de todos los países del mundo, sino que se realizó una selección de pacientes de 17 países.
Aún así, explica el miembro de la Sociedad Española de Cardiología, el doctor Alberto Cordero, estudios como este "han de servir para que las autoridades sanitarias tomen nota de las carencias médicas que existen en el mundo, ya que entre todos debemos mejorar el acceso de este tipo de fármacos a toda la población".
Sobre las causas, los investigadores creen que podría deberse a un conjunto de factores, como son la escasa disponibilidad de estos fármacos en los países de bajos y medianos ingresos, las dificultades en el transporte o el acceso limitado a los servicios médicos.