Un 7,5% de los adolescentes padecen experiencias psicóticas

Esquizofrenia, trastorno bipolar
Foto: FLICKER/ ELLI KTRIZITÄT
Actualizado: martes, 12 mayo 2015 14:37

MADRID, 12 May. (EUROPA PRESS) -

   Las experiencias psicóticas en niños y adolescentes son más frecuentes de lo que se pensaba, de hecho un 17 por ciento de los niños y un 7,5 por ciento de los adolescentes afirma que experimentan experiencias psicóticas.

   Los niños, en comparación con los adolescentes, tienen una mayor prevalencia de dichas experiencias, aunque estas experiencias son de mayor riesgo clínico en las edades adolescentes, ha señalado los expertos que han participado en la Jornada de Psiquiatría Infantil y Adolescente, celebrada en Pamplona.

   Según ha explicado la doctora María de Gracia Domínguez, psiquiatra infantil y adolescente, que ha participado en esta jornada, la mayoría de dichas experiencias psicóticas son transitorias, sin embargo estas pueden convertirse en persistentes bajo la influencia de factores ambientales como el uso de cannabis o las experiencias traumáticas.

   "Anteriormente se creía que la psicosis, los síntomas psicóticos, se trataban de un fenómeno poco frecuente y siempre relacionado con un gran deterioro funcional en las personas que los experimentaban", ha señalado.

   Sin embargo, añade, "en las últimas décadas, estudios epidemiológicos han mostrado que hasta un 10% de la población general experimenta este tipo de síntomas psicóticos (alucinaciones y/o delirios) a nivel subclínico, es decir, que dichos síntomas no causan deterioro en el funcionamiento vital de estas personas".

   En este contexto, ha expuesto el resultado de sus investigaciones durante sus cuatro años de trabajo con el equipo de investigación con el catedrático Dr. Jim van Os en la Universidad de Maastricht. Dichos estudios hicieron uso de una muestra epidemiológica realizada en Munich, Alemania, donde un total de 3.021 adolescentes y adultos jóvenes fueron estudiados por un periodo de 10 años y confirmo como estas experiencias son transitorias.

   Este estudio identificó que aquellos individuos en los que inciden factores de riesgo ambientales a lo largo del tiempo, tales como el uso de cannabis, experiencias traumáticas o la urbanicidad, muestran una mayor probabilidad para que estas experiencias transitorias se conviertan en persistentes.

   "La coexistencia de altos niveles de ansiedad o alteraciones del humor (síntomas depresivos o de labilidad emocional) actúan de forma sinérgica, aumentando la probabilidad de la persistencia de dichos síntomas. Junto a ello, los resultados de estos estudios demostraron que sin embargo hay un subgrupo de población que muestran una vulnerabilidad del desarrollo en quienes, cuando dichos factores de riesgo ambientales inciden, se encuentran en un nivel mucho más alto de riesgo para desarrollar un trastorno psicótico a lo largo de la vida", ha subrayado.

INTERVENCIÓN TEMPRANA

   Durante el encuentro, que ha sido organizado por la Sociedad Vasco-Navarra de Psiquiatría (SVNP), la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra (CUN), y la Unidad de Salud Mental Infantojuvenil (USMIJ) del Servicio Navarro de Salud, Domínguez ha destacado la importancia de la intervención temprana en la psicosis.

   Al respecto, ha expuesto los hallazgos de un estudio multicéntrico de 7 centros de Intervención Temprana de Psicosis en Londres (Reino Unido), que realizó con su equipo de trabajo en el Imperial Collage de Londres. Los hallazgos de este estudio, según explicó, muestran que a los adolescentes se les tardo en iniciar el tratamiento antipsicótico el doble de tiempo que a los adultos.

   En cuanto al abordaje de la psicosis, afirma que "tanto psiquiatras como psicólogos reconocen que el inicio de medicación en primeros episodios psicóticos mejora notoriamente las probabilidades de un buen pronóstico".

   "El tratamiento de los trastornos psicóticos incluye medicación antipsicótica, psicoeducación sobre la naturaleza de la enfermedad para pacientes y sus familiares que pueda proporcionarles herramientas que ayuden al manejo de los síntomas, terapia cognitiva conductual e intervención psicosocial para afrontar el inicio de la enfermedad en el entorno en el que vive el adolescente. La mayor parte de las personas afectas mejoran notablemente en el transcurso de semanas o meses una vez iniciado el tratamiento", concluye.