MADRID, 12 Feb. (EUROPA PRESS) -
En España se producen cada año 1.500 nuevos casos de cáncer infantil entre los 0 y los 18 años y gracias a los tratamientos contra esta enfermedad se ha logrado una tasa de supervivencia global del 70 por ciento a los 5 años del diagnóstico, pero este tipo de tratamientos puede provocar secuelas a corto y largo plazo en el crecimiento y desarrollo, alteraciones en la función reproductora y efectos sobre diferentes órganos y sistemas.
El cáncer infantil es una enfermedad poco frecuente pero que, en los países desarrollados, sigue siendo la primera causa de muerte por enfermedad en la infancia y en la adolescencia. Aunque la tasa de supervivencia global es alta, lo es más aún (90%) en algunos tipos de cáncer como el linfoma de Hodgkin o el tumor de Wilms. Por ello, y con motivo del Día Internacional del Niño con Cáncer, que se conmemora este domingo, la Asociación de Padres de Niños con Cáncer (asion) ha celebrado este jueves la jornada 'Cáncer Infantil y secuelas'.
Cuando a un niño se le detecta un cáncer significa que se va a enfrentar a tratamientos duros con gran toxicidad y que a menudo combinan quimioterapia, radioterapia, cirugía, e incluso muchas veces trasplantes de médula, lo que puede provocar una serie de secuelas, por lo que el oncólogo pediátrico del Hospital Universitario de La Paz de Madrid, Diego Plaza, ha asegurado que "antes, el hincapié estaba en la mejora de la supervivencia pero ahora se ha de ampliar el campo de mejora para la minimización de las secuelas".
En este sentido, una de las principales secuelas que pueden tener los tratamientos contra el cáncer en niños son aquellas que tienen que ver con el crecimiento y el desarrollo. Estas son las más frecuentes y pueden llegar a afectar hasta al 50 por ciento de los pacientes, y se traducen en alteraciones de crecimiento y la talla, pues según el doctor Plaza, un 13 por ciento de los pacientes pueden presentar talla baja.
En general, las secuelas de los supervivientes de cáncer se relaciona con la administración de radioterapia, ya sea radioterapia craneal o la irradiación del hueso en crecimiento para tratar un tumor óseo o un sarcoma, lo que hace que se pueda detener el crecimiento de los tejidos.
OBESIDAD Y SOBREPESO
Otra de las secuelas está relacionada con la obesidad, pues un 62 por ciento de estos pacientes padecen sobrepeso por causa de la radioterapia craneal, las alteraciones de los mecanismos controladores del apetito y por la alteración de los estilos de vida.
En cuanto a las secuelas en la función reproductora, estas afectan a un tercio de los pacientes, y pueden causar alteraciones como una pubertad precoz o tardía, y en las mujeres la menopausia prematura.
Además, este tipo de tratamientos puede afectar al riesgo de infertilidad, que es mayor en pacientes con linfoma de Hodgkin, por lo que el doctor Plaza recomienda tener hijos antes de los 30 años, aunque es cierto que en este caso el testículo es más sensible que el ovario.
Por último, respecto a las secuelas que pueden tener otros órganos y sistemas, existe la toxicidad cardiaca, que hoy en día es poco frecuente; la alteración de la función pulmonar, que es poco frecuente pero potencialmente grave; las alteraciones tiroideas como el hipotiroidismo; alteraciones en la función renal; alteraciones en la función intestinal; alteraciones en la función hepática; alteraciones en la audición; alteraciones en la visión; alteraciones muscoesqueléticas, y secuelas neurológicas y neuropsicológicas.