Cuando las vacaciones agotan y estresan: el lado oculto del verano que pocos se atreven a contar (y cómo superarlo)

Archivo - Madre estresada de vacaciones en la playa con dos niñas.
Archivo - Madre estresada de vacaciones en la playa con dos niñas. - GKV/ISTOCK - Archivo
Publicado: jueves, 24 julio 2025 8:33

   MADRID, 24 Jul. (EDIZIONES) -

   Hay personas para las que el verano no es sinónimo de vacaciones sino de estrés y de ansiedad. Sí, se trata de una época en la que tienen que pasar más tiempo al cargo de sus hijos, por ejemplo, o estar con la familia política que no le agrada, o es una etapa en la que, por lo que sea, no la llevan bien, y es que las vacaciones también pueden estresar.

   Charlamos en una entrevista con Europa Press Salud Infosalus sobre este tema con Olga Merino, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, quien sostiene que durante el verano existe un cambio significativo en las rutinas, en nuestras actividades, así como en los tiempos, y en el contacto social.

   "El ajuste a estas nuevas circunstancias requiere igualmente de un tiempo de adaptación para enfrentarse a un escenario en el que la convivencia con familiares y amigos suele verse incrementada en tiempo e intensidad, pudiendo aflorar potenciales conflictos y problemas relacionales latentes", advierte.

    Asimismo, esta experta considera que la excesiva importancia que atribuimos hoy día al disfrute y a la búsqueda de sensaciones, así como la imagen distorsionada e irreal que proyectan las redes sociales sobre el tiempo de ocio, pueden generar sentimientos de frustración ante el incumplimiento de expectativas y de distancia respecto a posibles y falsos ideales.

   Por ello, también aquí resalta que las vacaciones suelen tener un impacto positivo en la salud y en el bienestar de las personas, pero también pueden generar cierto malestar psicológico en la adaptación a las nuevas rutinas y circunstancias: "Este estrés por adaptación puede tener diferentes síntomas y formas de expresión, en función de los factores que lo originen y la sintomatología concreta".

PRINCIPALES SIGNOS DE ALARMA

   Con ello, esta psicóloga advierte de que el estrés vacacional puede transformarse en ansiedad cuando aparecen signos que van más allá del simple cansancio o irritabilidad propios del cambio de rutina: "Estas señales son una alerta de que el descanso no está cumpliendo su función reparadora, sino todo lo contrario".

    Advierte de que la sintomatología y la expresión varían en función de las personas y de los contextos, si bien precisa que algunas de las señales más significativas desde la psicología son:

   - Dificultad para desconectar mentalmente del trabajo, incluso en un entorno vacacional; pensamientos obsesivos sobre tareas pendientes, sensación de culpa por no ser productivo, o necesidad constante de revisar el correo electrónico.

- Síntomas físicos persistentes, como insomnio, taquicardia, tensión muscular o fatiga, que no se resuelve con el descanso, que indican que el cuerpo sigue funcionando en modo "alerta".

- Irritabilidad excesiva o reacciones desproporcionadas ante situaciones cotidianas, muchas veces asociadas a la frustración por expectativas no cumplidas del propio descanso.

- Estado de ánimo inestable, con sensación de vacío, apatía o dificultad para disfrutar de actividades placenteras, lo que puede indicar un desajuste emocional más profundo.

- Conflictos relacionales frecuentes que se intensifican con el tiempo y presentan dificultad para su resolución, generando un malestar emocional sostenido.

PREVENIR O GESTIONAR LA ANSIEDAD DURANTE EL VERANO

   Con todo ello, y a la hora de gestionar la ansiedad durante el verano, Olga Merino apuesta por una combinación de autocuidado, regulación emocional, y de adaptación al entorno.

   Pero también sostiene que, aunque las características personales y el contexto individual marcaran sin duda las diferentes estrategias y eficacia asociada, existen algunas pautas a considerar más genéricas o frecuentes:

   - Redefinir e identificar las actividades que nos generan bienestar: No todas las personas se relajan de la misma forma, ni encuentran satisfacción en el mismo tipo de actividades.

- Tener claro que descansar también implica parar, y el equilibrio entre actividad y descanso es probablemente una de las claves para lograr el mayor disfrute, a la vez que conseguimos efectos positivos en nuestro bienestar a nivel físico y emocional.

- Establecer rutinas flexibles, con menor estructuración que el resto del año, pero que se mantengan en un rango más relajado para mantener ciertos horarios básicos; respetar los ritmos circadianos, y mantener pautas de cuidado físico y de alimentación, ayuda a reducir la sensación de descontrol y favorece la estabilidad emocional

- Regular la exposición al calor e ingesta de alimentos y bebidas menos saludables, ya que los malos hábitos pueden aumentar la irritabilidad, el insomnio y la fatiga, exacerbando la ansiedad.

- Evitar la hiperconexión y sobreexposicion a redes, tanto laborales como personales; dosificar el uso de las tecnologías y disfrutar de las personas, del entorno y de uno mismo, dice que ayudará a poner foco en el presente evitando expectativas frustradas y comparaciones con modelos sociales que no necesariamente nos generan bienestar.

- Practicar actividad física moderada, así como técnicas de relajación y desactivación, que contribuyan a relajar nuestro cuerpo e invitar a reconectar con el momento y el disfrute del aquí y ahora.

- Establecer límites personales y reservar momentos de calidad para la introspección y poner foco en las necesidades personales.

- Asumir la flexibilidad y dejar tiempo para el aburrimiento; evitar el exceso de control y dejar tiempo margen a la improvisación tiene beneficios sobre la flexibilidad, tiempo de calidad y la gestión de expectativas; además, tener un pequeño espacio para el aburrimiento, facilita los estados de creatividad, descanso y nuevas conexiones.

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