MADRID, 2 Jun. (EUROPA PRESS) -
La psicóloga de Blua de Sanitas, María García, ha aconsejado a los padres despertar suavemente a los niños y aclarales que todo está bien, destacando que son muchos los que las padecen, al igual que los terrores nocturnos.
"La situación actual a la que nos hemos visto sometidos también afecta a los niños, causándoles incluso estrés y ansiedad al limitar sus actividades cotidianas y sus relaciones interpersonales con la familia, amigos o compañeros de la escuela y, sobre todo, al estar expuestos ante el malestar de su entorno", ha dicho García.
En este contexto, y para poder combatirlos correctamente, el primer paso es aprender a distinguirlos y es que, aunque no lo parezca, existen diferencias entre ambos. "Las pesadillas son episodios desagradables y angustiosos que se producen durante el sueño REM. Se pueden presentar en cualquier momento de la noche, aunque es más frecuente en el último tercio. Se caracterizan por ser una manifestación de ansiedad o preocupaciones que se libera durante la ensoñación", ha explicado.
Ante un episodio de pesadillas los niños tienden a despertarse solos debido a la angustia y miedo sufridos. "Pueden recordar lo soñado de forma muy detallada, hasta el punto de creer que ha sucedido de verdad" ha aclarado el especialista, para informar de que su periodo de "máxima aparición" se produce en el rango comprendido entre los 4 y los 8 años, en lo que se conoce como "la edad de los miedos".
Por ello, la doctora ha aconsejado a los padres acudir en ayuda de los niños e intentar despertarle suavemente, con palabras de cariño y caricias; dejar el tema para otro momento o escucharles si necesitan hablar de ello; en caso de ser necesario, se puede realizar un repaso de la habitación abriendo el armario o mirando debajo de la cama; y recurrir a "soluciones mágicas" como productos anti-pesadillas que harán que el pequeño se sienta seguro y protegido.
Por otra parte, la experta ha informado de que los terrores nocturnos suelen tener menor frecuencia que las pesadillas y se manifiestan en entre el primer año de vida y los 4 años. Otra de las diferencias radica en que, al contrario de lo que sucede con las pesadillas, se producen en la frase no REM del sueño, la cual abarca el primer tercio del tiempo dedicado al descanso.
"Nos referimos a sueños más vívidos y angustiosos. El sujeto permanece profundamente dormido, a pesar de llegar a tener los ojos abiertos o incluso a gritar o moverse. La duración de estos episodios no suele superar los diez minutos, aunque es probable que se conviertan en una eternidad para los padres que acompañan al pequeño. Además, por complicado que sea de creer, al despertar no recordará nada de lo sucedido", ha recalcado.
Ante esta situación, la psicóloga de Blua de Sanitas ha aconsejado no conviene despertarle, acercarse de manera suave y permanecer a su lado para evitar que se autolesione, mantener la calma y esperar a que pase el episodio y, una vez haya concluído, hacerle gestos cariñosos, mostrar empatía y afecto.