Unos anticuerpos que imitan al virus de la COVID-19 podrían explicar los efectos secundarios de la vacuna

Archivo - Micrografía electrónica de barrido coloreada de células infectadas crónicamente y parcialmente lisadas (verde) infectadas con una cepa variante de partículas del virus SARS-CoV-2 (azul), aisladas de una muestra de un paciente.
Archivo - Micrografía electrónica de barrido coloreada de células infectadas crónicamente y parcialmente lisadas (verde) infectadas con una cepa variante de partículas del virus SARS-CoV-2 (azul), aisladas de una muestra de un paciente. - NIAID - Archivo
Publicado: viernes, 26 noviembre 2021 12:27

MADRID, 26 Nov. (EUROPA PRESS) -

Un artículo publicado en la revista 'The New England Journal of Medicine' ha presentado una posible explicación a las diversas respuestas inmunitarias al virus SARS-CoV-2 y a las vacunas. Según sus hallazgos, unos anticuerpos que imitan al virus pueden explicar los efectos secundarios de la vacuna a largo plazo.

Aunque las vacunas han sido fundamentales en el control de la pandemia, los investigadores siguen aprendiendo cómo y qué tan bien funcionan. Esto es especialmente importante con la aparición de nuevas variantes y los raros efectos secundarios de las vacunas como las reacciones alérgicas, la inflamación del corazón (miocarditis) y la coagulación de la sangre (trombosis).

También siguen existiendo cuestiones críticas sobre la propia infección. Aproximadamente uno de cada cuatro pacientes de COVID-19 tiene síntomas persistentes, incluso después de recuperarse del virus. Se cree que estos síntomas, conocidos como COVID-19 persistente, y los efectos secundarios no deseados de las vacunas se deben a la respuesta inmunitaria del paciente.

Basándose en conceptos inmunológicos clásicos, los investigadores William Murphy, de la Universidad de California en Davis, y Dan Longo, profesor de Medicina de la Facultad de Medicina de Harvard, sugieren que la teoría de la red inmunitaria del Premio Nobel Niels Jerne podría ofrecer ideas.

La hipótesis de Jerne detalla un medio para que el sistema inmunitario regule los anticuerpos. Describe una cascada en la que el sistema inmunitario lanza inicialmente respuestas de anticuerpos protectores contra un antígeno (como un virus). Estos mismos anticuerpos protectores pueden desencadenar posteriormente una nueva respuesta de anticuerpos hacia ellos mismos, lo que lleva a su desaparición con el tiempo.

Estos anticuerpos secundarios, denominados anticuerpos antiidiotípicos, pueden unirse a las respuestas iniciales de anticuerpos protectores y agotarlas. Tienen el potencial de reflejar o actuar como el propio antígeno original. Esto puede dar lugar a efectos adversos.

CORONAVIRUS Y SISTEMA INMUNITARIO

Cuando el SARS-CoV-2, el virus causante de la COVID-19, entra en el cuerpo, su proteína de espiga se une al receptor ACE2, consiguiendo entrar en la célula. El sistema inmunitario responde produciendo anticuerpos protectores que se unen al virus invasor, bloqueando o neutralizando sus efectos.

Como una forma de regulación a la baja, estos anticuerpos protectores también pueden provocar respuestas inmunitarias con anticuerpos antiidiotipo. Con el tiempo, estas respuestas antiidiotípicas pueden eliminar los anticuerpos protectores iniciales y dar lugar a una eficacia limitada de las terapias basadas en anticuerpos.

"Un aspecto fascinante de los anticuerpos antiidiotípicos recién formados es que algunas de sus estructuras pueden ser una imagen especular del antígeno original y actuar como éste al unirse a los mismos receptores a los que se une el antígeno viral. Esta unión puede provocar potencialmente acciones no deseadas y patología, sobre todo a largo plazo", explica Murphy.

Los autores sugieren que los anticuerpos antiidiotipo pueden dirigirse potencialmente a los mismos receptores ACE2. Al bloquear o activar estos receptores, podrían afectar a diversas funciones normales de la ECA2.

"Dadas las funciones críticas y la amplia distribución de los receptores de la ECA2 en numerosos tipos de células, sería importante determinar si estas respuestas inmunitarias reguladoras podrían ser responsables de algunos de los efectos fuera del objetivo o de larga duración de los que se ha informado. Estas respuestas también podrían explicar por qué estos efectos a largo plazo pueden producirse mucho después de que haya pasado la infección viral", apunta Murphy.

En cuanto a las vacunas contra la COVID-19, el antígeno principal utilizado es la proteína de pico del SARS-CoV-2. Según Murphy y Longo, los estudios actuales de investigación sobre las respuestas de los anticuerpos a estas vacunas se centran principalmente en las respuestas protectoras iniciales y en la eficacia neutralizadora del virus, más que en otros aspectos a largo plazo.

"Con el increíble impacto de la pandemia y nuestra dependencia de las vacunas como arma principal, hay una inmensa necesidad de más investigación científica básica para entender las complejas vías inmunológicas en juego. Esta necesidad sigue a lo que se necesita para mantener las respuestas protectoras, así como a los posibles efectos secundarios no deseados tanto de la infección como de los diferentes tipos de vacunas contra el SARS-CoV-2, especialmente cuando se aplica ahora el refuerzo. La buena noticia es que se trata de cuestiones comprobables que pueden abordarse parcialmente en el laboratorio y, de hecho, se han utilizado con otros modelos virales", remacha Murphy.

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