¿Por qué como si no tengo hambre? Aprende a diferenciar hambre de apetito y satisfacción de saciedad

Joven a punto de darse un atracón de dulces.
Joven a punto de darse un atracón de dulces. - DEAGREEZ/ISTOCK - Archivo
Publicado: lunes, 9 noviembre 2020 7:59

   MADRID, 9 Nov. (EDIZIONES) -

   Comer es necesario para vivir, y por ello muchas veces nuestro organismo nos avisa de que debemos comer. Pero no siempre que comemos estamos hambrientos y sentimos hambre. Al igual que no siempre que tenemos hambre nos apetece comer.

   En 'Por qué como si no tengo hambre' (Oberon), la psicóloga general sanitaria especializada en Alimentación Marian del Álamo cuenta que comemos sin hambre muchas veces por varios aspectos, que no siempre son patológicos, pero que sí deben trabajarse aquellos que lo son. Por ejemplo, en una entrevista con Infosalus, apunta que muchas veces comemos sin hambre por el mero placer que nos proporciona el comer, el disfrutar de la comida, y todo lo que conlleva.

   La directora del Centro Marian del Álamo señala también que muchas veces comemos sin hambre como un acto de gestión emocional, donde se emplea la comida como vía para gestionar esas emociones, "un enfoque erróneo que debe abordarse porque la comida no es la herramienta para hacerlo", según defiende.

   "Si tengo un problema con el trabajo, y me genera mucha ansiedad y me doy atracón, esto me generará una sensación de satisfacción al poco de comer, efímera, que pasará pronto, y al poco surgirá un sentimiento de culpa, donde llegarán emociones negativas que potenciarán mi malestar en esa situación", agrega.

   Así con todo, apunta que estas dos situaciones en las que fundamentalmente comemos sin tener hambre se relacionan con el concepto de 'hambre emocional', en el que comemos por gula, por disfrute pero sin hambre, y por mera gestión emocional.

   Para saber si nuestro caso responde al 'hambre emocional', Del Álamo subraya que sobre todo hay que hacer hincapié en cómo nos sentimos cuando comemos, y el por qué estamos comiendo. "Debemos preguntarnos si comemos por comer, si siento necesidad de comer sin realmente sentir ese hambre, o bien porque tengo hambre", remarca la psicóloga.

   Con ello, resalta que es importante diferenciar los conceptos de 'hambre', de 'apetito', de 'satisfacción' y de 'saciedad': "La sensación de hambre es al fin y al cabo una sensación de nuestro cuerpo que nos dice que necesita comer por supervivencia y llevar a cabo las actividades del día a día. Cuando tenemos hambre tenemos esa necesidad de ingerir alimentos, normalmente para sobrevivir".

   Luego está el 'apetito', esa parte del deseo, la parte hedónica, el placer. "Está muy relacionado con nuestros sentidos, con el acariciar o oler cosas ricas, algo que nutre nuestros sentidos. El apetito hace referencia a las ganas de comer mediante la parte sensorial, es decir, el querer comer como parte de nuestro contexto también sobreaprendido. Es decir, yo no tengo hambre ahora mismo pero me invita mi familia a tomarme un vermú y lo hago porque el contexto acompaña", señala.

   Mientras, dice que la 'saciedad' hace referencia a ese freno que ponemos cuando comemos, al aviso de que ya estamos satisfechos y no necesitamos comer más, de que estamos saciados, y tenemos plenitud a la hora de comer. "Pero la satisfacción se alcanza con esa plenitud después de comer. Es cómo nos sentimos después de comer. Si tengo ganas de comerme un donut igual no estoy saciada pero sí satisfecha porque he hecho caso a lo que me apetecía y me he quedado satisfecha. Estoy bien", aclara la psicóloga general sanitaria especializada en alimentación.

PAUTAS PARA LOGRAR UNA MEJOR RELACIÓN CON LA COMIDA

   Con todo ello, Marian del Álamo aporta una serie de pautas para mejorar nuestra relación con la comida en el día a día:

1.- Vivimos en una sociedad en la que hay muy mala relación con la comida en todos los sentidos, primero por la parte social, porque vivimos en la sociedad de las dietas, de la "gordofobia", no creamos un buen ambiente para tener una buena relación con la comida. Vivimos en el ambiente de la prohibición. La primera clave, por tanto, es conocer el ambiente en el que nos movemos y la educación social que recibimos en este aspecto.

   2.- También después es muy importante escucharnos y tomar conciencia de cuál es nuestra relación con la comida. No nos conocemos, ni escuchamos cómo comemos. Debemos pararnos a pensar sobre cómo actuamos con la comida, cómo comemos, debemos tomar conciencia de ello.

   3.- A su juicio también es muy importante la autocompasión con uno mismo, ya que sostiene que somos muy críticos con nosotros mismos y sobre todo con la comida, y esto no ayuda. "Si me siento mal por algo y no soy compasivo conmigo todo se potencia más", advierte Del Álamo.

4.- También ve muy necesaria la educación emocional, ya que las emociones median en todo y desde pequeños no se ha hecho caso a este aspecto. "El niño que se cae y se hace daño en el parque y se pone a llorar y la madre le dice que no llore que no es nada. Al llorar el niño expresa sus emociones y a lo mejor no es que se haga daño, sino que le da vergüenza el haberse caído y por eso llora. El negarle el llanto es negarle sus emociones. Debemos validar las emociones de los niños y no decirles que se callen. No tenemos conocimiento de nuestras emociones, ni muchas veces de la gestión de las mismas, pero deberíamos trabajarlo para no comer en exceso y sentir ese pequeño placer", agrega.

   Sobre todo, la psicóloga general sanitaria destaca la necesidad de la autocompasión y de la empatía, de identificar nuestras emociones y aprender a gestionarlas. "Si siento ansiedad, gestionarla, pero también si tengo felicidad porque con ella también muchas veces se producen atracones. Por supuesto cada caso es individual y para esto en muchos casos puede ser muy relevante el soporte de un equipo de psiconutrición (psicólogo y dietista-nutricionista)", sentencia.

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