MADRID, 24 Abr. (EUROPA PRESS) -
A nivel global cada vez existen más carencias nutricionales en los países desarrollados ligadas a una peor alimentación y en los países en desarrollo a la falta de recursos. El ritmo de la vida diaria conduce a malos hábitos como no desayunar o convertir la cena en la comida principal del día.
Según explica a Infosalus el Pedro Robledo, Nutricionista de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del MD Anderson Cancer Center de Madrid, una dieta variada y adecuada a las necesidades personales mejora la salud y una mejor salud, que supone entre otros aspectos evitar la obesidad, disminuye los riesgos de enfermedades crónicas como el cáncer.
El especialista apunta que existen grandes problemas en el día a día además de esta falta de variedad en nuestra dieta como que muchos niños se saltan el desayuno, una de las comidas más importantes del día, y que para un número elevado de adultos la cena se ha convertido en la comida principal y suele ser más abundante y energética de lo que debería.
"La dieta no es un tratamiento para el cáncer ni excluye la posibilidad de padecer un tumor", señala Robledo para quien por encima de todo prima la importancia del ejercicio para conseguir un equilibrio entre lo que comemos y cómo lo gastamos.
A juicio del especialista "es una verdadera aberración que los programas docentes tengan ahora menos horas de actividad física cuando existen mejores y mayor número de instalaciones deportivas en la actualidad". En este sentido, Robledo apunta que esto no contribuye a mejorar el grave problema de la obesidad entre los menores y las enfermedades crónicas asociadas a ésta.
7 PASOS Y CONSEJOS PARA MEJORAR LA DIETA
El especialista, que participa de forma habitual en jornadas dirigidas a la población sobre estos aspectos desde el MD Anderson Cancer Center, indica a Infosalus las pautas básicas que podrían convertir en más saludable nuestra dieta:
1º Dieta variada y adaptada a las necesidades: esta sería la base de toda alimentación saludable y supone seguir una alimentación en la que el consumo en calorías se adecue a nuestras necesidades energéticas.
2º Elaboraciones culinarias sencillas y cortas: que preservan los componentes de los alimentos y que deben primar por encima de los alimentos y platos precocinados.
3º Más verdura y fruta a la dieta: existe un déficit en el consumo de estos productos tanto en los niños como en los adultos. Hay que dar preferencia a la fruta de temporada y cruda. Hay que tomar la fruta completa y no sólo en zumo. Si se pueden mezclar a diario dos componentes por colores: dos de color rojo y dos de color verde para conseguir así los distintos componentes funcionales que nuestro cuerpo necesita.
4º Disminuir el consumo de carne precocinada y de aditivos grasos: si se emplea aceite para la preparación de una comida, evitar utilizar además alguna otra salsa añadida como la mayonesa. La idea es ser lo más sencillo posible en la elaboración y adaptarse a las necesidades personales por edad y condición física. Las carnes rojas se deben disminuir en gran medida por la grasa añadida que incorporan.
5º Reducir el consumo de alimentos precocinados: en los que se incluyen componentes grasos que no son útiles para el cuerpo. Una vez más se debe optar por la sencillez culinaria.
6º Primar los azúcares no refinados: sobre todo en el caso de frutas y verduras que tienen un azúcar más útil que los azúcares añadidos presentes en zumos, lácteos y otros productos envasados. Una alternativa al azúcar blanco puede ser los edulcorantes de origen vegetal como la estevia.
7º Inclusión de factores de prevención en la dieta: dependen de los riesgos en cada población e individuo. Este tipo de carencias se han demostrado en encuestas nutricionales de población que señalan la importancia de incentivar el consumo de vitamina D o de ácido fólico cuando están por debajo de los niveles óptimos. Es el caso de incidir en más alimentos que promuevan la formación de vitamina D en la población española en la que, a pesar del sol, se ha descubierto que existen déficits.