Los pistachos, en la cúspide de los frutos secos de la nueva pirámide de la dieta mediterránea


Actualizado: martes, 26 febrero 2019 16:27

   MADRID, 26 Feb. (EUROPA PRESS) -

   La Fundación Dieta Mediterránea coloca a los pistachos en la cúspide de los frutos secos de la nueva pirámide oficial, según ha informado el director del estudio Prevención con Dieta Mediterránea (PREDIMED) y miembro del servicio de Medicina Interna del Hospital Clínic de Barcelona, Ramón Estruch.

   Por ello, el doctor ha destacado la importancia de incluir los pistachos en este patrón alimentario, a la vez que ha recordado que los frutos secos son una parte fundamental de la dieta mediterránea y ha recomendado consumirlos a diario.

   Entre los distintos beneficios saludables del pistacho, el doctor ha asegurado que puede ayudar a prevenir enfermedades oculares. "Comparado con otros frutos secos, el pistacho tiene una menor cantidad de grasa y contenido energético, junto a una alta proporción de fibra (tanto soluble como insoluble), potasio, vitaminas E y K, fitosteroles y determinados carotenoides, como la luteína y zeaxantína, de gran importancia en la prevención de enfermedades oculares", ha dicho.

   En este sentido, prosigue, aparte de sus efectos protectores sobre el sistema cardiovascular, probablemente relacionados con su contenido en polifenoles y vitamina E, llama la atención el elevado contenido en dos carotenoides, la luteína y la zeaxantína, del pistacho. Un hecho que le confiere una "importante" acción protectora a nivel ocular.

   Estas dos substancias son precisamente las responsables del color tan característico de los pistachos y se ha señalado su eficacia en la prevención de las lesiones fototóxicas y sobre todo sobre la degeneración macular relacionada con la edad, que es la principal causa de ceguera en los ancianos.

   Por otra parte, Estruch ha comentado que son numerosos los estudios epidemiológicos y de intervención que demuestran los efectos beneficiosos de los frutos secos para la salud y, en especial, para la prevención de enfermedades cardiovasculares y otras patologías crónicas. De ahí, que numerosas sociedades científicas, como, por ejemplo, la Sociedad Americana de Cardiología, recomienden el consumo regular de frutos secos, en el marco de una dieta saludable, como es la dieta mediterránea.

   "El consumo regular de pistachos reduce la presión arterial (al facilitar la síntesis de óxido nítrico, un potente vasodilatador); facilita la función endotelial y reduce la rigidez arterial (nuevos factores de riesgo vascular); mejora el perfil lípido (al reducir el colesterol total y sobre todo el colesterol perjudicial - LDL-colesterol); reduce la incidencia de diabetes (al tratarse de un alimento con bajo índice glucémico); y, también promueve el crecimiento de las bacterias saludables de la flora intestinal (gracias a su alto contenido en fibra que al fermentar se convierte en ácidos grasos de cadena corta, como el butirato)", ha dicho el doctor.

   Todos estos mecanismos, argumenta, explican que las personas que consumen con frecuencia estos frutos secos presenten una reducción de casi un 20 por ciento en la mortalidad total y una reducción cercana al 30 por ciento en el riesgo de sufrir complicaciones cardiovasculares mayores, como infarto de miocardio, accidente vascular cerebral o muerte de causa cardiovascular.

   Al mismo tiempo, Estruch ha destacado un estudio llevado a cabo con 1.000 empleados americanos, en el que se observa que el consumo de 42 gramos de pistachos a media mañana, momento conocido como 'Crunch Time', mejora la función cognitiva, la capacidad de aprendizaje la memoria y el recuerdo, lo que conlleva una mayor concentración en el trabajo.

   Los nutricionistas clásicos recomiendan tomar cinco comidas al día, incluidos un almuerzo a media mañana y una merienda a media tarde. "Se han observado efectos protectores sobre la mortalidad en general y sobre la enfermedad cardiovascular con el consumo de una ración de frutos secos (28 gramos) que equivale a 49 pistachos entre 1 y 7 días a la semana se consigue una reducción de 40 por ciento del riesgo de sufrir esta enfermedad", han dicho.

   No obstante, la mayoría de estudios en los que se han demostrado los efectos de los pistachos sobre el perfil lipídico, hipertensión y diabetes por ejemplo se han utilizado hasta 3 y 4 veces esta dosis (entre 70 y 100 g al día). "A efectos prácticos, nuestra recomendación sería consumir un "puñado" de pistachos cada día, idealmente a media mañana y/o media tarde", ha recalcado.

NUEVA PIRÁMIDE DE LA DIETA MEDITERRÁNEA

   La Fundación Dieta Mediterránea ha decidido adaptar la pirámide alimentaria tradicional a los nuevos estilos de vida. El nuevo esquema incorpora elementos cualitativos y cuantitativos en la selección de alimentos.

   La pirámide sigue la pauta anterior y sitúa en la base, los alimentos que deben sustentar la dieta, como los pistachos; a la vez, que relega a los estratos superiores, gráficamente más estrechos, aquellos que deben consumirse con moderación.

   Además, añade indicaciones de orden cultural y social, íntimamente ligados al estilo de vida mediterráneo desde un concepto de la dieta entendida en un sentido amplio. También refleja la composición y número de raciones de las comidas principales.

   "Actualmente, está considerada como una de las dietas más saludables tanto por organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), como por la mayoría de sociedades científicas de todo el mundo. Este patrón de alimentación se basa en un elevado consumo de aceite de oliva (mejor virgen extra), fruta, verdura, legumbres, pescado, cereales (mejor integrales) y frutos secos como pistachos, almendras, avellanas y nueces; en la ingesta moderada de pollo, aves, huevos y productos lácteos; en un bajo consumo de carne roja; y, en un consumo moderado de vino, siempre en las comidas", ha informado.

   Asimismo, el experto aludido a estudios recientes en los que se ha demostrado, "con el mayor nivel de evidencia científica", que el seguimiento del patrón de la dieta mediterránea alarga la vida y reduce la incidencia de las principales enfermedades crónicas como las cardiovasculares o la diabetes, las enfermedades neurodegenerativas, así como numerosos tipos de cáncer.