MADRID 7 Sep. (EUROPA PRESS) -
La ingesta elevada de varios emulgentes (parte del grupo de aditivos alimentarios "números E"), ampliamente utilizados en alimentos procesados industrialmente para mejorar la textura y prolongar la vida útil, se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV), sugiere un estudio publicado en la revista 'The BMJ'.
Dado que estos aditivos alimentarios se utilizan de forma ubicua en miles de productos alimenticios ultraprocesados de amplio consumo, estos hallazgos tienen importantes implicaciones para la salud pública, afirman los investigadores.
Los emulgentes suelen añadirse a alimentos procesados y envasados como bollería, pasteles, helados, postres, chocolate, pan, margarina y platos precocinados, para mejorar su aspecto, sabor, textura y vida útil. Entre ellos se encuentran la celulosa, los mono- y diglicéridos de ácidos grasos, los almidones modificados, las lecitinas, los carragenanos (derivados de algas rojas; se utilizan para espesar alimentos), los fosfatos, las gomas y las pectinas.
Como ocurre con todos los aditivos alimentarios, la seguridad de los emulgentes se evalúa periódicamente en función de las pruebas científicas disponibles. Sin embargo, algunas investigaciones recientes sugieren que los emulgentes pueden alterar las bacterias intestinales y aumentar la inflamación, lo que puede incrementar la susceptibilidad a los problemas cardiovasculares.
Para profundizar en esta cuestión, investigadores franceses se propusieron evaluar la relación entre la exposición a los emulgentes y el riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluidas las coronarias y las cerebrovasculares, que afectan al flujo sanguíneo y a los vasos sanguíneos del corazón y el cerebro.
Sus conclusiones se basan en 95.442 adultos franceses (edad media 43 años; 79% mujeres) sin antecedentes de cardiopatías que participaron en el estudio de cohortes NutriNet-Santé entre 2009 y 2021.
Durante los dos primeros años de seguimiento, los participantes completaron al menos tres (y hasta 21) registros dietéticos en línea de 24 horas. A continuación, cada alimento y bebida consumidos se cotejó a nivel de marca con tres bases de datos para identificar la presencia y la dosis de cualquier aditivo alimentario. También se realizaron pruebas de laboratorio para obtener datos cuantitativos.
También se pidió a los participantes que informaran de cualquier acontecimiento de ECV grave, como un infarto de miocardio o un ictus, que fueron validados por un comité de expertos tras revisar los historiales médicos de los participantes.
Asimismo, se registraron las muertes relacionadas con ECV utilizando el registro nacional de defunciones francés, y se tuvieron en cuenta varios factores de riesgo de cardiopatías bien conocidos, como la edad, el sexo, el peso (IMC), el nivel educativo, los antecedentes familiares, el hábito de fumar, los niveles de actividad física y la calidad de la dieta (por ejemplo, el consumo de azúcar, sal, energía y alcohol).
Tras un seguimiento medio de 7 años, se observó que una mayor ingesta de celulosas totales (E460-E468), celulosa (E460) y carboximetilcelulosa (E466) se asociaba positivamente con un mayor riesgo de ECV y, en concreto, de cardiopatía coronaria.
Una mayor ingesta de monoglicéridos y diglicéridos de ácidos grasos (E471 y E472) se asoció a un mayor riesgo de todas las enfermedades estudiadas. Entre estos emulgentes, el éster láctico de monoglicéridos y diglicéridos de ácidos grasos (E472b) se asoció con mayores riesgos de ECV y enfermedades cerebrovasculares, y el éster cítrico de monoglicéridos y diglicéridos de ácidos grasos (E472c) se asoció con mayores riesgos de ECV y cardiopatía coronaria.
La ingesta elevada de fosfato trisódico (E339) también se asoció a un mayor riesgo de cardiopatía coronaria. No hubo pruebas de asociación entre los demás emulgentes estudiados y ninguno de los resultados cardiovasculares.
Se trata de un único estudio observacional, por lo que no se puede establecer la causa, y los investigadores reconocen algunas limitaciones del estudio. Por ejemplo, la elevada proporción de mujeres, el mayor nivel educativo y, en general, los comportamientos más preocupados por la salud entre los participantes en el estudio NutriNet-Santé, en comparación con la población francesa general, pueden limitar la generalizabilidad de los resultados.
No obstante, la muestra del estudio era amplia y se pudieron realizar ajustes para tener en cuenta una gran variedad de factores potencialmente influyentes, al tiempo que se utilizaban datos únicos y detallados específicos de cada marca sobre los aditivos alimentarios. Además, los resultados no variaron tras nuevas pruebas, lo que sugiere que son sólidos.
Los autores subrayan que estos resultados deben reproducirse en otros estudios a gran escala, pero afirman que podrían "contribuir a la reevaluación de la normativa sobre el uso de aditivos alimentarios en la industria alimentaria para proteger a los consumidores".
"Mientras tanto, varias autoridades de salud pública recomiendan limitar el consumo de alimentos ultraprocesados como forma de limitar la exposición a aditivos alimentarios controvertidos no esenciales", concluyen.