¿Nos puede hacer engordar nuestra microbiota?

Archivo - Mujer ante un espejo comprobando si ha engordado.
Archivo - Mujer ante un espejo comprobando si ha engordado. - ZINKEVYCH/ISTOCK - Archivo
Publicado: sábado, 4 mayo 2024 7:59

    MADRID, 4 May. (EDIZIONES) -

    Puede que hayas leído en algún lugar que la microbiota intestinal, depende de cómo la cuidemos y de cuál sea su estado, nos puede hacer engordar. Pero no es exactamente así, según nos aclara en una entrevista con Infosalus una de las mayores conocedoras de este 'micromundo' que habita dentro de nosotros, la doctora Sari Arponen.

   Esta doctora en Ciencias Biomédicas, especialista en Medicina Interna, y fundadora del SlowMedicine Institute de Madrid, señala que nuestra microbiota intestinal sí puede influir en que aprovechemos en mayor o en menor medida la energía que comemos.

   "Es decir, que una persona que come lo mismo que otra persona, según sea su microbiota, procesará los alimentos de una determinada manera u otra, y aprovechará de una manera más o menos eficiente la energía de los alimentos", aclara.

   Entonces, según continúa, se absorbe más energía, y si acabas absorbiendo más nutrientes energéticos, además de que la resistencia a la insulina está relacionada con el exceso de adiposidad en el cuerpo, sí podemos decir que la microbiota puede influir en este proceso. Pero, obviamente, los hábitos, lo que se come, y lo que uno se mueve impacta en el cuerpo, y de manera indirecta lo hace a través de la microbiota.

QUÉ ES LA MICROBIOTA

   Precisamente, en su último libro 'El mundo secreto de la microbiota' (Timun mas), Sari Arponen, recuerda que la microbiota está conformada por "microorganismos amigos", por bacterias, virus, arqueas, protozoos, y hongos: "Se estima que hay miles de millones y al final muchas veces hacen referencia a las bacterias y de hecho hay millones de millones, y se estiman que hay miles de millones en nuestro propio organismo".

   Por otro lado, señala que la microbiota va variando a lo largo de la vida porque, según explica, un bebé de unos 3 kilos, por una cuestión de espacio y de volumen, tiene menos cantidad de microbiota que un adulto: "A lo largo de la vida vamos teniendo más, y no se tiene la misma cantidad en diferentes momentos. También es verdad que en nuestra sociedad perdemos abundancia de microorganismos cuando no cuidamos de nuestra microbiota; por lo que ésta también depende de nuestros hábitos".

   Le preguntamos entonces si hay microorganismos buenos y malos en nuestro intestino, a lo que responde que, "estrictamente" la microbiota está equilibrada. Ahora bien, sí dice que el problema es más una cuestión de equilibrio, que cuando se rompe algunos microorganismos pueden tener un comportamiento malicioso.

   "La microbiota se encuentra en varias partes en nuestro cuerpo. Sólo se piensa en el ámbito intestinal, pero empieza en la boca, hay microbiota en la nariz, en los pulmones, en la piel, en el tracto genitourinario, e incluso en la leche materna", resalta la doctora Arponen.

QUÉ FUNCIONES TIENEN ESTOS MICROORGANISMOS

   Aunque todo depende de dónde esté localizada esa microbiota, la doctora Arponen explica que estos microorganismos tienen una u otra función. "Si, por ejemplo, pensamos en la microbiota intestinal, ésta nos protege de microorganismos patógenos, mantiene en buen estado esa barrera intestinal, nos ayuda a hacer la digestión, fabrica sustancias importantes como ácidos grasos de cadena corta, vitaminas, o neurotransmisores, y también es importante para modular el sistema inmunitario, además de otros órganos como el cerebro", detalla esta experta.

   De hecho, a la microbiota también se le llama 'el segundo cerebro', señalando que se piensa igualmente que hay un sistema nervioso en esa microbiota. "Hay gente que lo llama 'el segundo cerebro'. Me parece un poco exagerado, pero realmente la microbiota se relaciona con el cerebro a través de varias vías de comunicación, y lo que sucede en el intestino tiene repercusión en la salud cerebral, y al revés", avisa esta experta en Medicina Interna.

EL ESTRÉS PUEDE DAÑAR A LA MICROBIOTA

   Aquí advierte de que el estrés crónico le perjudica, pero también dañan a nuestra microbiota el no dormir bien, el sedentarismo, o el no comer bien. El estrés crónico, según indica, favorece que el sistema nervioso cambie igualmente la composición de la saliva, lo que a su vez favorece también una modificación en la composición de la microbiota de la boca, y a su vez afecte a la microbiota intestinal.

   Aquí ve importante que cuando tengamos estrés crónico, "el nervio vago funciona peor", que comunica el intestino y el cerebro, se puede ver comprometido el aparato digestivo, y nuestros mecanismos de protección frente a los microorganismos más patógenos. "Son muchos mecanismos que hacen que se desequilibre la microbiota", apunta.

   En último lugar, rechaza los "remedios mágicos" para cuidar de nuestra microbiota, aboga por comer comida real, del mercado, verdura, fruta, pescado, frutos secos, aceite de oliva virgen extra, y luego hacer actividad física diaria con intensidad, desconectar del exceso de pantallas, y pasar tiempo con nuestros seres queridos, en la naturaleza a poder ser, así como ir al dentista para cuidar de nuestra higiene oral.

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