MADRID, 26 Nov. (EDIZIONES) -
El organismo pierde agua constantemente a través del sudor, la orina, por la respiración, o al hacer ejercicio. Por eso es necesario que constantemente estemos hidratándonos, ya que el agua es un elemento imprescindible para el ser humano. Y podemos hacerlo bebiendo líquidos e ingiriendo alimentos con alto contenido en agua, como frutas y verduras.
El contenido corporal de agua en el organismo depende de la edad (mayor en niños y jóvenes, y menor en ancianos), del sexo (menor en mujeres) y de la composición corporal (menor en personas con obesidad).
"El contenido de agua y de sodio están regulados de manera muy estrecha, con la participación de diferentes sistemas hormonales y del riñón. La deshidratación es muy frecuente en pacientes con patologías diversas, y con frecuencia pasa inadvertida. Cualquier patología que disminuya la ingesta o aumente las pérdidas de fluidos puede producir deshidratación", explica a Infosalus la especialista de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital General Universitario Gregorio Marañón y de HM Montepríncipe en Madrid, Irene Bretón Lesmes.
Los síntomas más frecuentes de deshidratación son la astenia, la alteración de la capacidad funcional, la confusión, o el deterioro del nivel de conciencia, entre otros. "La deshidratación puede producir hipotensión, deterioro de la función renal, mayor riesgo trombótico y una mayor sensibilidad a la iatrogenia", agrega.
La deshidratación afecta fundamentalmente a personas vulnerables, niños pequeños, ancianos o personas que reciben algunos tratamientos, como diuréticos. Las olas de calor afectan fundamentalmente a estas personas. Otras situaciones de riesgo son las infecciones respiratorias, diarrea o fiebre de cualquier causa.
A su juicio, el diagnóstico de la deshidratación no es sencillo, ya que no existe una prueba definitiva. "Se basa fundamentalmente en la historia clínica y en la exploración (sequedad de piel y mucosas, signo del pliegue, hipotensión ortostática, por ejemplo), y en los datos de laboratorio (aumento de la urea, de la densidad urinaria, aumento de la osmolaridad plasmática y urinaria, entre otros aspectos)", indica Bretón.
La endocrinóloga explica también que el tratamiento de la deshidratación requiere de la administración (por vía digestiva o por vía intravenosa) de agua y de electrolitos. "La composición del fluido de rehidratación depende fundamentalmente de las pérdidas que presente o haya presentado el paciente. Las pérdidas digestivas son ricas en sodio y, en el caso de la diarrea, también en potasio. Por el contrario, el sudor es relativamente pobre en sodio", advierte.
LOS PACIENTES MÁS GRAVES
La doctora Bretón resalta asimismo que existen dos grupos de pacientes que merecen una mención especial en cuanto a la hidratación en estados patológicos. Se trata de los pacientes con disfagia (dificultad para tragar), ya que presentan no sólo un mayor riesgo de aspiración o de neumonía, sino también de desnutrición y de deshidratación. Suele darse en las personas ancianas.
"La rehidratación en los pacientes con disfagia no es sencilla, porque el agua es uno de los alimentos que peor se tolera. La utilización de espesantes puede ayudar a conseguir una deglución más segura, pero no siempre se consigue que el paciente reciba los fluidos que necesita", avisa la especialista del HM Montepríncipe de Madrid.
Finalmente, apunta a los pacientes con intestino corto de diversas etiologías (resección intestinal, o con enfermedades digestivas), ya que el aumento de las pérdidas (diarrea por ejemplo) puede ser también "difícil" de reponer por vía digestiva, haciendo necesaria la administración por vía intravenosa, en suero, por ejemplo.