MADRID, 13 Oct. (EUROPA PRESS) -
La alimentación durante la búsqueda de embarazo o durante un tratamiento de reproducción asistida puede ser un factor que impacte positivamente en el proceso, por lo que, según señala el cofundador y director médico de Ginemed, el doctor Pascual Sánchez, una dieta saludable como la dieta mediterránea podría beneficiar a la fertilidad tanto de hombres como de mujeres.
"Lo que comemos durante la búsqueda de un embarazo o un tratamiento de reproducción asistida es igual de importante que otros factores externos que impactan en nuestra fertilidad", apunta el doctor Sánchez.
En España, se estima que la infertilidad afecta al 15-20 por ciento de las parejas y, en la última década, estas cifras han ido creciendo debido, además de al retraso de la maternidad y al contexto socioeconómico, a factores relacionados con hábitos de vida poco saludables, como el consumo de tabaco y alcohol y la mala alimentación.
De hecho, según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Monash, la Universidad de Sunshine Coast y la Universidad del Sur de Australia, y publicado en el medio especializado 'Nutrients', mantener una dieta saludable, variada y equilibrada como la dieta mediterránea puede influir de manera positiva tanto en la fertilidad femenina como en la fertilidad masculina.
En la actualidad, la esterilidad social es la causa de infertilidad más frecuente en la consulta de reproducción asistida. Este concepto de esterilidad entiende los hábitos de vida como factores determinantes, entre los que destaca la alimentación. El doctor Sánchez asegura que "el prototipo de dieta saludable podría ser la dieta mediterránea, ya que se trata de un plan alimenticio rico en carbohidratos complejos (cereales, arroz, legumbres), fruta, verdura, pescado azul y aceites no refinados".
En relación a la dieta mediterránea, el especialista explica que: el consumo de carne roja debe ser suplantado por carnes blancas y huevo; se debe agregar la ingesta de productos lácteos, enriquecidos con vitamina D y preferentemente desnatados; y, las grasas naturales deben ser aportadas en forma de aceite de oliva, frutos secos y semillas.
Este tipo de dieta, predominante en países europeos como España, Italia y Grecia, puede beneficiar la tasa de gestación y la salud del bebé en camino en mujeres menores de 35 años, según destaca un estudio publicado por la revista 'Human Reproduction'.
No obstante, cabe recordar que no existen alimentos milagrosos que ayuden a conseguir directamente un embarazo de manera natural o a través de un tratamiento de reproducción asistida. Sin embargo, "el seguimiento de un plan de alimentación saludable, variado y nutritivo puede contribuir a mejorar los resultados de un tratamiento de fertilidad", asegura el especialista de Ginemed.
ALIMENTOS QUE PUEDEN MEJORAR LA FERTILIDAD
Dentro de la dieta mediterránea, el especialista destaca que hay algunos alimentos que pueden beneficiar más a la fertilidad que otros. Por ejemplo, "en el caso de la mujer, los alimentos ricos en antioxidantes pueden contribuir a la ralentización del envejecimiento ovárico, implicado directamente en la reserva ovárica. Y, en el caso del hombre, la aportación de antioxidantes en forma de complejo vitamínico o alimentos puede mejorar su calidad espermática".
Entre los alimentos que benefician a la fertilidad destacan: los alimentos ricos en ácido fólico vegetales de hojas verdes como el brócoli, la acelga y el apio; los cítricos y frutos secos; los granos integrales y las legumbres, como las lentejas y las semillas de girasol; y las carnes rojas con moderación, como el hígado; y los alimentos ricos en hidratos de carbono de granos integrales como harina, pan, pasta, arroz integral, lentejas, garbanzos, avena, uva pasa, castañas, patata o batata, entre otros.
También son recomendables los alimentos ricos en ácidos grasos poliinsaturados (Omega 3) como pescados y mariscos, especialmente los de agua fría, como salmón, caballa, atún, arenques y sardinas; semillas de linaza, de chía y nueces negras; aceites de plantas como el de linaza y de canola; y alimentos fortificados, como yogures, jugos, leches, etc; así como los alimentos ricos en ácidos grasos poliinsaturados (Omega 6) como las semillas y los aceites derivados de semillas, como girasol, maíz y sésamo; los frutos secos; la quinoa, los cereales integrales, carnes -especialmente pollo y pavo-, embutidos, huevos y margarinas.