MADRID, 6 May. (EDIZIONES) -
Habrás oído decir a muchas abuelas que la comida de ahora ya no es lo que era antes. Que en un pasado no muy lejano los alimentos tenían más sabor, nos alimentábamos mejor, y no con la 'comida de mentira' de ahora (ultraprocesados). Se trata de un comentario muy extendido, y especialmente lo empleamos con las frutas y hortalizas. ¿Qué es lo que sucede realmente?
El dietista-nutricionista Carlos Ríos asegura en una entrevista con Infosalus que este comentario puede deberse a que los ultraprocesados están desplazando a la 'comida real'. En concreto, Ríos es creador del movimiento 'Realfooding', que pretende luchar contra la industria alimentaria, contra las multinacionales de procesados, para devolver a la gente el conocimiento y el gusto por lo que él llama 'comida real' (frutas y verduras, alimentos no procesados), en beneficio de su salud.
Según cree, la gente piensa que es debido a la forma de cultivo intensiva, que favorece que gocemos de casi todas las frutas y hortalizas a lo largo de todo el año, y que ha llevado a que haya muchos alimentos hayan dejado de ser estacionales. Es más, considera beneficioso para la salud de las personas esta disponibilidad durante todo el año de esta comida real.
"El problema con el sabor vendría de los ultraprocesados, aquellos productos a los que les añaden sabores, aromas, potenciadores del sabor, o combinan con azúcar, grasa y sal, por ejemplo, de forma artificial", según defiende con motivo de la publicación de su libro 'Come comida real' (Paidós).
Según indica, esto hace que la respuesta sensorial esté amplificada de forma que cuando comemos esa comida menos procesada, la comida real, el contraste es bastante significativo. "Entonces cuanto más comamos estos productos ultraprocesados, que son muy palatables, y súper sabrosos, preferiremos menos la comida menos procesada, nos sabrá más insípida, sosa o rara, incluso su textura nos disgustará", subraya el experto en nutrición.
Por eso, este dietista-nutricionista lo tiene claro: "No es tanto el problema de la comida real, sino de los ultraprocesados, que están alterando nuestro paladar y desplazando a la comida real".
¿Cómo identificar entonces un producto ultraprocesado? En su manual el precursor del realfooding señala que se trata de aquellos productos no tienen ningún alimento completo, sino largas listas de ingredientes, que además suelen llevar un procesamiento previo.
En concreto, cita que en su etiquetado se leen una larga lista de ingredientes, como harinas refinadas, aceites vegetales por ejemplo, así como aditivos, conservantes, edulcorantes o potenciadores del sabor, entre otros. Representan, además, el 80% de la oferta en los estantes de los supermercados o grandes superficies. "Se trata de preparaciones industriales comestibles (...) como bollería, carnes procesadas (salchichas, hamburguesas, galletas, lácteos azucarados y bebidas azucarads, pizzas, barritas energéticas, nuggets, cereales refinados, entre otros", precisa.
DI SÍ A LA COMIDA REAL
Así, Ríos define como 'comida real' a aquellos alimentos mínimamente procesados y cuyo ingrediente es el propio alimento. "Unos garbanzos son unos garbanzos, unas judías verdes son judías verdes, lo mismo sucede con una berenjena; el propio ingrediente es el alimento entero que no está tan procesado", subraya.
En cambio, lamenta que los ultraprocesados, hoy tan a mano para todos, son una mezcla de muchos ingredientes que no son saludables, donde el problema no es un solo ingrediente sino la mezcla de todos ellos que hace que el producto sea insano, lleve bastantes calorías, o por ejemplo propiedades adictivas que hacen incluso que abusemos de su consumo, e incluso ingredientes perjudiciales que alteran nuestro cuerpo de forma crónica.
"Los ultraprocesados están en nuestra dieta de forma habitual e inconsciente. La gente no sabe detectarlos, ni evitarlos, ni las consecuencias para su salud en el largo plazo, pero su consumo te va mermando la salud poco a poco hasta los desenlaces finales, que son las enfermedades crónicas no transmisibles como algunos tipos de enfermedad mental, el cáncer, la enfermedad cardiovascular, el sobrepeso, la obesidad, o la diabetes tipo II, por ejemplo, que aparecen tras décadas de consumo de estos productos", añade el dietista-nutricionista.
Por eso, aboga por seguir una dieta variada y rica en alimentos mínimamente procesados, como la comida real antes citada: fruta, verdura, carne, huevos, lácteos, tubérculos, legumbres, aceites vírgenes, cereales integrales, o frutos secos; es decir, todo aquel alimento donde el propio alimento sea el propio ingrediente.
"Después hay buenos procesados, como el pescado enlatado, la fruta congelada, o las legumbres en bote, que tienen un buen procesamiento, no se les añade nada, y formarían parte de la alimentación de comida real. Sobre todo hay que evitar los ultraprocesados. No pasa nada porque una vez a la semana, si seguimos una dieta saludable, comamos algo que no lo sea tanto, eso sí", sentencia Ríos.