MADRID, 18 Nov. (EUROPA PRESS) -
Dos de cada tres lactantes (61%) y casi todos los niños (98%) consumen azúcares añadidos en su dieta diaria, sobre todo en los yogures azucarados en el caso de los lactantes, de entre seis y 11 meses, y en las bebidas con frutas en el caso de los niños, de entre 12 y 23 meses, según un estudio estadounidense publicado en el 'Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics' cuyo objetivo era ser el primero en centrarse en el consumo de azúcares de lactantes y niños muy pequeños, y confirmar que los patrones de alimentación a estas edades tempranas se relacionan con unas condiciones saludables negativas en el futuro.
"Nuestro estudio, que es el primero que se centra en el consumo de azúcares añadidos en lactantes y niños, documenta que la mayoría de este tipo de población consume estos azúcares. Esto tiene unas implicaciones importantes en la salud pública en la medida en que investigaciones previas han mostrado que los patrones alimenticios establecen los patrones de dieta del futuro", explica la líder de la investifación, Kirsten A. Herrick.
La investigadora se ha apoyado en un estudio anterior en el que se recoge que los niños de seis años de edad que habían consumido algún alimento azucarado antes de su primer año de vida eran más proclives al consumo de azúcares al menos una vez al día que los niños de la misma edad que no habían consumido estos azúcares antes del primer año. Herrick explica, además, que "la investigación previa de la dieta de los niños de alrededor de dos años asociaba el consumo de azúcar con el desarrollo de asma, obesidad, hipertensión y perfiles de grasa alterados".
En relación con ello, las organizaciones de la salud en los Estados Unidos promulgan guías que recomiendan limitar la ingesta a 9 pequeñas cucharadas de azúcar o menos para adultos, y 6 o menos para mujeres adultas y niños entre dos y 19 años. Al no haber un estudio que tratase las cantidades de los lactantes y los niños de menos edad, tan solo una organización hasta ahora, la Asociación Americana del Corazón, había promovido la creación de una guía para niños menores de dos años. "Nuestros hallazgos sobre las dietas de estos lactantes y niños debería crear conciencia entre las asociaciones de la salud para informar y proceder a la creación de futuras guías y recomendaciones", ha apostillado la investigadora.
DATOS DE MÁS DE 1.211 NIÑOS Y LACTANTES
Los autores del estudio analizaron datos de 1.211 lactantes y niños de entre seis y 23 meses de la Encuesta Nacional de Examinación de Salud y Nutrición entre los años 2011 y 2016, una muestra representativa dentro del estudio conducido por el Centro Estadounidense para el Control de la Enfermedad y la Prevención. En este sentido, usaron la llamada Base de datos de los patrones de comida equivalentes y la del Departamento de Agricultura Estadounidense llamado '¿Qué comemos?' para categorizar la comida. Los azúcares contenidos en la leche materna y no se incluyeron en la muestra de estimación del consumo.
Así, los resultados mostraban que los lactantes consumían en torno a una cucharilla de té de azúcares añadidos al día (equivalentes a alrededor de un dos por ciento de su ingesta calórica por día), mientras que los niños consumían sobre unas seis cucharillas (en torno a un ocho por ciento de la ingesta calórica diaria).
No se detectaron diferencias en el consumo de azúcares añadidos en función del sexo, el nivel socioeconómico de la familia y el cabeza de familia, pero había algunas distinciones atendiendo a los orígenes hispanos. Los niños no hispánico-asiáticos consumían la cantidad más baja de azúcares añadidos (3,7 cucharillas) y los niños no-hispánicos negros consumían la mayor cantidad de azúcares, 8,2 cucharillas.
Las comidas consumidas por estos lactantes y que contenían mayor cantidad de azúcares eran yogures, 'snacks' de bebés y dulces, así como dulces horneados. Para los niños, las mayores fuentes de azúcares incluían bebidas de frutas, de nuevo productos horneados, y golosinas.
De acuerdo con Herrick, los padres deberían tener en mente los niveles de azúcares añadidos en las comidas elegidas cuando alimentan a sus hijos. "La transición de una dieta basada en la leche hacia comidas sólidas tiene un impacto sobre la nutrición, el gusto y los patrones de alimentación. Es necesario, en este sentido, un mayor trabajo para que se entienda y se tome conciencia de este período crítico", comenta la doctora.
Además, recomienda abrir el debate sobre qué alimentos sólidos introducir después del período de lactancia para asegurar el buen estado de salud del niño, que ha de enfocarse en los factores de nutrición. Aunque el requerimiento federal de incluir el contenido de azúcares añadidos de una comida específica dentro de la etiqueta de factores nutricionales no es obligatorio hasta enero de 2020, muchas etiquetas ya incluyen esta información.
En septiembre de 2019, la Academia de Nutrición y Dietética se unió a la Asociación Americana del Corazón, la Academia Americana de Odontología Pediátrica, y la Academia Americana de Pediatría para recomendar la leche materna, el agua y la leche como parte de un conjunto de recomendaciones integrales de bebidas para niños, clasificadas por edad (desde el nacimiento hasta los cinco años). Asimismo, advierten sobre las bebidas que son fuente de azúcares añadidos en las dietas de los niños, incluyendo los batidos de leche de sabores y las bebidas clasificadas como bajas en calorías y azúcares, además de una gran variedad de bebidas que están en el mercado y que son dirigidas a niños pero que no aportan valor nutricional alguno para su salud.