MADRID, 31 Ene. (EUROPA PRESS) -
Comer hasta tres porciones diarias del clásico kimchi coreano puede reducir el riesgo general de obesidad en los hombres. Por otra parte, el kimchi de rábano está relacionado con una menor prevalencia de abultamiento del abdomen en ambos sexos. Así lo afirma una investigación publicada en la revista 'BMJ Open'.
El kimchi se elabora salando y fermentando verduras con diversos aromas y condimentos, como cebolla, ajo y salsa de pescado. El repollo y el rábano suelen ser los principales vegetales utilizados en el kimchi, que contiene pocas calorías y es rico en fibra dietética, bacterias del ácido láctico que mejoran el microbioma, vitaminas y polifenoles. Estudios experimentales publicados anteriormente han demostrado que Lactobacillus brevis y L. plantarum aislados del kimchi tenían un efecto contra la obesidad.
Y los investigadores querían saber si el consumo regular podría estar asociado con una reducción del riesgo de obesidad general y/o abdominal, considerada particularmente perjudicial para la salud.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores se basaron en datos de 115.726 participantes (36.756 hombres; 78.970 mujeres; edad promedio 51) que participaron en el estudio Health Examinees (HEXA). HEXA es un gran estudio comunitario a largo plazo del Estudio de Epidemiología y Genoma de Corea, diseñado para examinar los factores de riesgo ambientales y genéticos de afecciones comunes a largo plazo entre los adultos coreanos mayores de 40 años.
La ingesta dietética del año anterior se evaluó mediante un cuestionario validado de frecuencia de alimentos de 106 ítems en el que se pidió a los participantes que indicaran con qué frecuencia comían una porción de cada alimento, desde nunca o rara vez, hasta 3 veces al día.
El kimchi total incluyó baechu (kimchi de repollo); kkakdugi (kimchi de rábano); nabak y dongchimi (kimchi aguado); y otros, como el kimchi de hojas de mostaza. Una porción de kimchi baechu o kkahdugi pesa 50 g, mientras que una porción de kimchi nabak o dongchimi pesa 95 g.
Se midieron la altura y el peso, el IMC y la circunferencia de la cintura de cada participante. Un IMC de 18,5 se definió como peso insuficiente; peso normal 18,5 a 25; y obesidad por encima de 25. La obesidad abdominal se definió como una circunferencia de cintura de al menos 90 cm para los hombres y al menos 85 cm para las mujeres. Alrededor del 36% de los hombres y el 25% de las mujeres eran obesos.
Los resultados indicaron una curva en forma de J, posiblemente porque un mayor consumo se asocia con una mayor ingesta de energía total, carbohidratos, proteínas, grasas, sodio y arroz cocido, dicen los investigadores.
En comparación con aquellos que comieron menos de 1 porción diaria de kimchi total, los participantes que comieron 5 o más porciones pesaban más, tenían una cintura más grande y eran más propensos a ser obesos. También tenían más probabilidades de no tener un alto nivel educativo, tener bajos ingresos y beber alcohol. Sin embargo, después de tener en cuenta factores potencialmente influyentes, comer hasta 3 porciones diarias de kimchi total se asoció con una prevalencia de obesidad un 11% menor en comparación con menos de 1 porción diaria.
En los hombres, 3 o más porciones diarias de baechu kimchi se asociaron con una prevalencia un 10 % menor de obesidad y una prevalencia un 10 % menor de obesidad abdominal en comparación con menos de 1 porción diaria. En las mujeres, 2-3 porciones diarias de este tipo de kimchi se asociaron con una prevalencia un 8% menor de obesidad, mientras que 1-2 porciones/día se asociaron con una prevalencia un 6% menor de obesidad abdominal.
Por otra parte, comer cantidades inferiores a la media de kkakdugi kimchi se asoció con alrededor de un 9% menos de prevalencia de obesidad en ambos sexos. Y el consumo de 25 g/día para los hombres y 11 g/día para las mujeres se asoció con un riesgo entre un 8% (hombres) y un 11% (mujeres) menor de obesidad abdominal en comparación con ningún consumo.
Este es un estudio observacional y, como tal, no puede establecer la causa. De esta forma, los investigadores reconocen que los cuestionarios de frecuencia de consumo de alimentos no siempre pueden identificar cantidades con precisión, además de que los hallazgos pueden no ser generalizables a poblaciones de otras partes del mundo.