MADRID, 3 Ene. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del grupo Química de biomoléculas y procesos alimentarios de la Universidad de Almería, junto con expertos de distintos centros de investigación portugueses, han demostrado que la combinación de dos ácidos grasos omega 3 es responsable de sus beneficios cardiovasculares y neuronales.
En el trabajo, publicado en la revista 'Nutrition & Metabolism' y recogido por la plataforma Sinc, los científicos compararon en ratas el efecto individual de cada uno de ellos, obtenidos por separado a partir de dos especies de microalgas, confirmando que su capacidad preventiva ante ciertas enfermedades se debe a la acción conjunta de ambos.
Concretamente, a estos compuestos se les atribuye distintas aportaciones beneficiosas sobre el organismo, especialmente en niños, gestantes y ancianos, ya que previenen el deterioro neuronal y promocionan un adecuado desarrollo del organismo. Asimismo, protegen el sistema circulatorio, el endocrino y el límbico, responsable de los estados de ánimo.
Según los expertos, las dietas basadas en grasas saturadas, como las que se encuentran en carnes rojas, embutidos y productos lácteos, pueden aumentar los niveles de colesterol en sangre y producir enfermedades cardiovasculares. Al mismo tiempo, reducen la producción de dopamina, un neurotransmisor presente en los procesos de aprendizaje y memoria y en los estados emocionales.
Los compuestos evaluados han sido ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), considerados como esenciales, porque el organismo los necesita para funcionar correctamente y no es capaz de producirlos por sí mismo en cantidades adecuadas. Los ensayos realizados han incluido una comparativa en ratas con distinto tipo de alimentación.
Por un lado, un grupo de ratas se alimentó con grasas saturadas, otro con pienso enriquecido sólo con EPA procedente del alga 'Nannochloropsis', un tercero con DHA, obtenido del alga 'Schizochytrium' y un último con ambos, combinados naturalmente en el aceite de hígado de bacalao.
Tras diez semanas con esta alimentación, los expertos realizaron el llamado 'Swimming Test', que consiste en la observación de las respuestas que ofrecen los animales al someterlos a una prueba de comportamiento en el agua. Así, mientras que las ratas alimentadas con grasas saturadas cesaban antes en su esfuerzo por nadar, las que se habían nutrido de pescado se mantenían a flote mucho más tiempo y con un patrón de conducta característico. Del mismo modo, su capacidad de aprendizaje y de memoria estaba más desarrollada.
En el examen histológico posterior, en el que se analizaron los órganos y tejidos a nivel estructural y funcional, los investigadores confirmaron que las concentraciones de dopamina, endorfina y serotonina en estos últimos animales era mayor.
Estos compuestos son producidos en el organismo, actúan como neurotransmisores y son responsables de los estados de ánimo, lo que confirma la mayor motivación en el test observada en el grupo de ratas que recibieron un suplemento de aceite de pescado. Sin embargo, las que resistían menos tiempo presentaban unos niveles de estos compuestos similares a los afectados por depresión severa.
Al mismo tiempo, los marcadores de funcionalidad cardiovascular de las ratas que consumieron aceite de pescado fue superior a las de los grupos alimentados con microalgas, y tenían una diferencia significativa con las que siguieron una dieta rica en grasas saturadas, lo que también determina el beneficio del aceite de pescado sobre las algas.
"El grupo al que se suministró grasas saturadas manifestó más problemas de desarrollo y respuesta que los demás. Pero lo más significativo es que ha quedado demostrado que el beneficio real no está en la acción individual de cada ácido graso por separado, sino en su combinación, presentes de manera natural en el pescado", ha dicho el coautor del artículo, José Luis Guil.