MADRID, 20 Ago. (EDIZIONES) -
La alimentación infantil ha ido empeorando a medida que la industria alimenticia ha ido creciendo y la mayoría, o casi todos los productos alimenticios destinados al público infantil no son recomendables para ellos.
"Están hechos para que les gusten, porque en general tienen o mucha grasa o mucha azúcar, pero no son más nutritivos que los alimentos no procesados, que la comida real", advierte en una entrevista con Infosalus la endocrina y especialista en Nutrición Paloma Gil, con motivo de la publicación de su nuevo libro 'Los niños sí comen verdura' (Libros Cúpula).
Así, recuerda que los niños, excepto que su pediatra indique lo contrario, pueden comer los mismos alimentos que come un adulto. "Las necesidades de un niño respecto a las del adulto varían en cuanto a cantidad pero no en cuanto a la calidad de los alimentos. Sin embargo, las estanterías de los supermercados y tiendas de comida están llenas de alimentos destinados a los niños", subraya la doctora Gil.
Con ello, lamenta que son alimentos ultraprocesados que aportan más azúcares, grasa o sal de la recomendada para un niño, y que pueden afectar a su salud y a su desarrollo tanto físico como mental.
Según destaca, a los niños les suele costar comer más alimentos vegetales y suelen ser más propensos a comer sin protestar los postres, los alimentos ricos en almidones (pasta, arroz, patatas, pan y otros cereales) y los dulces.
"Lo ideal, por tanto, sería que los alimentos infantiles fomentaran el consumo de aquellos nutrientes más necesarios para los niños. Y sin embargo no es así, ya que la mayor parte de estos alimentos infantiles suelen ser ricos en azúcar y a veces en grasas saturadas y grasas trans", reitera la experta en nutrición y madre de familia numerosa.
COMO UNA CHUCHERÍA
Por ello, aconseja evitarlos y, si se compran, pensar que son una chuchería. "Se está en una sociedad en la que por desgracia la obesidad infantil va aumentando cada vez más, y esto es gracias a que alimentamos a nuestros hijos con productos que no son buenos para ellos", afirma la doctora Gil.
Así, insiste en que es muy importante que los padres sepan que, en general, un niño no necesita comer ni beber ningún producto especialmente fabricado para él. "Cualquier alimento bueno y saludable para un adulto puede serlo para un niño, aunque la frecuencia o la cantidad de su consumo sea distinto", añade.
En este contexto, la endocrina y especialista en nutrición recomienda leer siempre las etiquetas de los alimentos que se compran y recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido de la necesidad de reducir el consumo de azúcar en los niños a menos del 10% de las calorías diarias para prevenir la obesidad e incluso a menos del 5% para disminuir la caries dental. "Esto significa que, de media, los niños en edad escolar no deberían tomar más de 1 a 2 cucharadas soperas de azúcar al día", precisa la doctora.
A su vez, resalta que en España 1 de cada 4 niños tiene problemas de sobrepeso o de obesidad, "y ya que la legislación sigue siendo muy permisiva con la publicidad y los ingredientes de los alimentos infantiles, no nos queda más remedio que estar informados de lo que se compra para nuestros niños".
Por otro lado, indica que un niño no debería consumir más de 4 a 10 cucharadas de grasa, dependiendo de la edad. Esta grasa debería ser saludable, como la que nos aportan los frutos secos, el pescado azul o el aceite de oliva virgen.
El consumo de grasa saturada debe ser menos de 10 a 20 gramos al día (equivalente a una o dos cucharadas soperas) y, preferiblemente, no proveniente de productos ultraprocesados; evitar grasas trans o parcialmente hidrogenadas. Además, alerta de que un niño no debería consumir más de 2 gramos de sodio al día, lo que equivale a 5 gramos de sal de mesa (menos de una cucharadita de café).
Por todo ello, la doctora Paloma Gil ve con buenos ojos que los niños estén bien alimentados, y fundamentalmente por platos cocinados desde casa, y controlando los ingredientes que se añaden a las comidas.
"Si hay poco tiempo hay que organizarse e ir empleando la congelación, programar los menús semanales. A todos los padres les preocupa la salud de sus hijos y se tarda lo mismo en abrir un bollo de un paquete que en preparar un bocadillo. La falta de tiempo no es una excusa. Lo que es importante es tener una dieta sea sana. Además, si hay poco tiempo tampoco es necesario que sea muy elaborada. Un niño tiene que comer sano", sentencia la endocrina y especialista en nutrición.