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Actualizado: martes, 4 abril 2017 8:08

   MADRID, 4 Abr. (EDIZIONES) -

   Se estima que el 25% de la población tiene reflujo con frecuencia, hasta un 12% semanalmente y un 5% a diario. Además, es más frecuente entre las personas mayores. De hecho, los ancianos presentan un mayor riesgo de ciertas complicaciones como la displasia epitelial de Barrett o esófago de Barrett. El síntoma más frecuente es la pirosis, un ardor en la parte baja del tórax o alta de abdomen por el paso del ácido desde el estómago hacia el esófago.

   Cuando comemos, los alimentos pasan primero por la boca, después por la faringe, por el esófago y llegan al estómago. Ahí se produce la digestión, donde los alimentos se mezclan con los jugos gástricos, en su mayoría ácido. "Es una sensación de ardor o quemazón producido por ese ácido que sube por el esófago", señala en una entrevista con Infosalus el especialista en digestivo Rafael Uribarrena, del Hospital Quironsalud de Zaragoza.

   Asimismo, indica que el reflujo en las personas mayores tiene lugar por "un fallo en los mecanismos defensivos", que son dos: la presión del cardias (la válvula de entrada al estómago que se abre para permitir el paso del alimento y después se cierra para evitar el reflujo), si éste no cierra bien, como sucede con la hernia de hiato, el material del estómago con el ácido sube hacia arriba; y el segundo, el movimiento, las aclaraciones que hacen que suba ese líquido del estómago.

   Además, indica que las personas mayores suelen ser enfermos de reflujo crónico ya que, por el paso del tiempo, ha habido una mayor evolución de la enfermedad y con ello más daño. "En las personas mayores es más común el reflujo por estos tres motivos: alteraciones anatómicas que predisponen a ello, los mecanismos de defensa (aclaramiento) son menos eficaces, y porque tienen reflujos de más larga duración", recalca.

   A su vez, Uribarrena destaca que en el caso de los ancianos no es que el reflujo sea más grave, sino que el reflujo grave tiene mayor prevalencia en este segmento de edad porque suelen ir asociados a hernias de hiatos. "También los ancianos suelen tener peor aclaramiento del esófago, los movimientos que hacen que el ácido refluido sea devuelto al estómago", agrega.

¿CÓMO EVITARLO?

   El especialista en digestivo precisa que, para el reflujo esporádico o leve, con medidas higiénico-dietéticas es suficiente: evitar alimentos que predisponen a ello, como el alcohol, el café, las comidas copiosas, el tabaco, además de acostarse poco tiempo después de haber ingerido alimento. "La simple gravedad al estar erguido favorece que el alimento vaya hacia abajo y se evita reflujo", apunta.

   Si el reflujo es ya es grave, Uribarrena considera que estas medidas son "insuficientes" y se debe tratar con omeprazol o similares, los llamados 'inhibidores de la bomba de protones', que impiden que se produzca ácido en el estómago y el líquido que se produce es neutro, de forma que, aunque haya reflujo, al no ser ácido no daña al esófago. "Evitar cualquier desencadenante ayuda pero es necesario tomar algún tipo de tratamiento", agrega. En tercer lugar, se encontraría la cirugía, aunque en ancianos rara vez se contempla dado que el omeprazol suele ser eficaz.

   A su juicio del experto de la Quirónsalud de Zaragoza, hay que acudir al especialista cuando se tienen síntomas típicos de larga evolución. "Cuanto más tiempo y más prolongado sea el reflujo, más probabilidades hay de que dañe la mucosa del esófago. Hay que notar el reflujo más de una vez por semana. También, se debería visitar al médico si hay síntomas de alarma, dolor y dificultad para tragar, ahí la probabilidad de lesiones graves es más alta y entonces habría que consultar y mirar", precisa

   Finalmente, indica que las lesiones por reflujo son dos: la esofagitis y el esófago de Barret. La esofagitis por reflujo o úlceras alargadas en la parte final del esófago son causadas por las quemaduras del ácido. Después estaría el esófago de Barrett, un cambio defensivo de la mucosa, que se adapta y se convierte en mucosa de colón, de forma que es más resistente al ácido, pero que aumenta el riesgo de padecer cáncer de esófago. Tiene lugar con reflujos prolongados en el tiempo e intensos. Asimismo, se encontraría, aunque no es frecuente, pero sí habitual en pacientes con reflujo crónico, la conversión de ese esófago de Barrett en un cáncer de esófago.

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