MADRID, 1 Feb. (EDIZIONES) -
La Asociación Americana de Alzheimer recuerda que, como tal, la demencia no es una enfermedad en sí. Según subraya, se trata de "un término general que describe un deterioro de la capacidad mental, lo suficientemente grave como para interferir en la vida diaria" de la persona. La pérdida de la memoria es un ejemplo. La enfermedad de Alzheimer es el tipo de demencia más común.
En una entrevista con Infosalus, la psiquiatra del Centro de Salud Mental de Villaverde, adscrito al Hospital 12 de Octubre de Madrid, Isabel Castillo García, destaca que, aunque la pérdida de memoria es el signo más evidente de la demencia, la sintomatología va más allá, destacando la afectación, principalmente en tres niveles:
- Las alteraciones cognitivas: relacionadas con la memoria, con la dificultad en el lenguaje, a la hora de reconocer las caras de quien nos rodea, o en la planificación de acciones, por ejemplo.
- Las alteraciones conductuales y los síntomas psicológicos: la presencia de depresión, apatía, sintomatología psicótica como alucinaciones o delirios, agresividad, conducta motriz anómala, alteraciones del sueño y del apetito.
- Pérdida de funcionalidad del sujeto: cada vez es más dependiente y va dejando de ser lo que era inicialmente; primero se pierden las funciones que son más complejas (como por ejemplo llamar por teléfono) hasta que se terminan afectando las básicas, como bañarse o ir al aseo.
Sobre cuándo empieza a notarse la demencia, Castillo subraya que su inicio suele ser "insidioso", apenas puedes darte cuenta al principio, hay una serie de olvidos, más frecuentes que antes, o una serie de errores que no se cometían previamente, baja su rendimiento, por ejemplo.
"Hay muchos despistes, normalmente se olvidan cosas recientes, no antiguas, como recados, lo que comió ayer, o una conversación que acaba de tener, cuando se empiezan a tener lagunas. Estos síntomas, y sobre todo si existen antecedentes familiares de demencia, deben alertar al paciente y/o familiares a la hora de solicitar una valoración médica", agrega.
Eso sí, la psiquiatra advierte de que los olvidos también pueden tener lugar en una época de mayor tristeza o estrés que otras, sin tener por qué tener lugar la demencia. Otro dato importante, a su juicio, es que aunque el paciente puede ser capaz de notar los fallos de memoria al inicio de la enfermedad, esta capacidad normalmente se pierde conforme avanza la demencia; no siendo el paciente muchas veces consciente de los fallos de memoria que sufre.
"Estos muchas veces también son difíciles de detectar por la familia, dado que los propios pacientes pueden poner en marcha estrategias de afrontamiento (como por ejemplo usar más anotaciones, post it, o alarmas) que van subsanando, de manera temporal, los defectos cognitivos", explica.
Aquí destaca que es fundamental el apoyo familiar y la valoración de los mismos en el funcionamiento real del paciente. "La familia es muy importante en el diagnóstico y en el tratamiento", apunta la psiquiatra.
En cuanto a la edad de inicio de demencia, Castillo subraya que hay casos descritos desde los 40 pero lo normal es a partir de los 65. Asimismo, indica que existe una mayor prevalencia en las mujeres, casi dos-tres mujeres por cada hombre a partir de los 65. "Pero cuando es inferior a esa edad la afectación de hombres y mujeres es igual", precisa la psiquiatra.
Otro aspecto importante en opinión de Castillo, y donde la familia puede ser vital, es en el diagnóstico precoz, ya que puede favorecer una evolución más lenta de la enfermedad, gracias a tratamientos como la estimulación cognitiva, o fármacos, por ejemplo; "aunque tristemente el curso de la enfermedad es progresivo, crónico, y no hay tratamiento curativo", lamenta la especialista.
También dice que hay pacientes en los que la evolución es más rápida que en otras. En el 80% de casos evoluciona de manera lenta, y el tiempo de evolución de la enfermedad suele oscilar entre los 8 y los 12 años.
En cuanto a los factores de riesgo, sobre los que insiste que hay mucha controversia según el estudio científico, apunta a los genéticos en primer lugar, estos sí están claramente demostrados cuando la demencia es temprana; factores ambientales; se ha visto que los traumatismos craneoencefálicos con pérdida de consciencia muy repetidos pueden favorecer el desarrollo de demencia; la hipertensión; el colesterol; el tabaquismo; la obesidad; la presencia de diabetes.
"Otros factores como la educación, o una dieta rica en vitamina C, en vitamina E, y en ácidos grasos omega 3 parece que disminuyen el riesgo de demencia, aunque son factores de riesgo en los que hay controversia, así como en los casos de enfermedades psiquiátricas, que algunos expertos aseguran que aumentan la susceptibilidad de demencia, así como la pérdida de seres queridos durante la infancia o adolescencia", agrega la especialista.