MADRID, 28 Sep. (EDIZIONES) -
143 millones de personas en el mundo tiene más de 80 años. En concreto, en nuestro país, más de 20.000 personas superan los 100 años. ¿Dónde está el secreto? Confiesa el experto en estudio de la longevidad Manuel de la Peña que una de las fórmulas para vivir más y mejor es "no perder la ilusión", "seguir teniendo proyectos, sueños, e ilusiones".
Pero también se encontrarían una dieta saludable o el pensamiento positivo, tal y como afirma en una entrevista con Europa Press Infosalus, con motivo de la publicación de 'Guía para vivir sanos 120 años' (Vergara). "La salud física, mental, y emocional son los pilares principales para un envejecimiento saludable", remarca en el libro.
Lleva años estudiando la vida y las costumbres de las personas supercentenarias. Conoció a María Branyas, la persona más longeva del mundo, hasta que el pasado mes de agosto falleciera a los 117 años de edad. Dice el doctor De la Peña que a María no le gustaban las personas tóxicas a su alrededor, y que se comía un yogur a diario, "un producto que tiene probióticos, que cuida de nuestra microbiota y, en definitiva, de nuestro estado de salud completo".
El también presidente del Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social, que es experto en el estudio de la longevidad y profesor de Cardiología, así como director de la Cátedra del corazón y longevidad reconoce que en España ha descubierto un "auténtico yacimiento de personas súperlongevas", siendo uno de los países del mundo donde más años vivimos.
LA ENORME CARGA DE LA EPIGENÉTICA
Recuerda que para alcanzar los más de 100 años hay dos aspectos muy importantes: "Un 25% es cosa de los genes, y el 75% restante fruto de la epigenética, de esas costumbres sanas, hábitos, y estilos de vida saludables que mantengamos en el día a día. Heredamos 20.000 genes, y más o menos 2.000 están asociados a la longevidad; pero, también, los hay asociados a la enfermedad, y por ejemplo hay 50 relacionados con sufrir hipertensión arterial. Si tenemos genes asociados a la hipertensión y no hacemos ejercicio, fumamos, y comemos con sal tendremos más posibilidades de padecerla".
Por tanto, ve vital para mantener lo mejor posible esa epigenética, o el 75% de cómo envejezcamos, el mantener una dieta saludable y equilibrada, así como la práctica de ejercicio físico al día, "al menos 20 minutos de caminata al día", y la música.
"Todos los súper centenarios son muy aficionados a la música, les gusta bailar y cantar. Las ondas sonoras al llegar al cerebro estimulan positivamente las áreas cerebrales que provocan una liberación de las hormonas de la felicidad, neurotransmisores como la dopamina, la oxitocina, la serotonina, y las endorfinas. La música, como el ejercicio, dispara nuestro estado de ánimo y la vitalidad. Debemos escuchar música al menos 30minutos al día", es otro de sus consejos.
EL PENSAMIENTO POSITIVO, CLAVE EN EL ENVEJECIMIENTO
Así, recuerda igualmente la importancia del pensamiento positivo como "pieza clave" para un envejecimiento saludable. "No he conocido a ningún súperlongevo que viva pensando en cosas negativas. Todos han puesto en su cabeza los mejores recuerdos de su vida. Unos te hablan de su primera comunión, de sus padres. En su mente todos tienen recuerdos positivos, y si no sería imposible vivir a esa edad. Lo que más envejece son los pensamientos de culpa", advierte el doctor Manuel de la Peña.
A su vez, el también presidente del Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social ve esencial mantener la mente activa, tener un propósito vital, "saber para qué y por qué te levantas". A su juicio, aunque te jubiles es primordial mantener actividades lúdicas, o cualquier actividad para que la mente se encuentre activa. "La mente es como una planta y hay que regarla y mantenerla activa", subraya.
Este experto, según prosigue, destaca que el estrés nos resta vida, "y sobre todo el estrés emocional, ya que puede provocar hasta un infarto". Dice que soportamos la presión del día a día y el organismo, que no es inocuo a ello, al final reacciona y se pone en estado de alarma.
"Al principio, nuestro cuerpo se adapta a esa situación de estrés. Pero si la presión se mantiene en el tiempo se corre el riesgo de llegar al agotamiento psicosomático que puede dar lugar a neuralgias, fatiga, cansancio, o cefalea y puede llegar un momento de no retorno. Hay que saber gestionar la calma. La meditación, la música, y adoptar la serenidad, son fundamentales en este sentido. Aquí los japoneses y su cultura zen son los números uno", afirma.