MADRID, 22 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio de la Universidad Estatal de Colorado (Estados Unidos) ha encontrado que el estrés físico en el trabajo puede estar asociado con un envejecimiento más rápido del cerebro y una memoria más pobre.
En su trabajo, publicado en la revista 'Frontiers in Human Neuroscience', los investigadores conectaron las respuestas de la encuesta ocupacional con los datos de imágenes cerebrales de 99 adultos mayores cognitivamente normales, de 60 a 79 años de edad. Encontraron que aquellos que reportaron altos niveles de estrés físico en su trabajo más reciente tenían volúmenes más pequeños en el hipocampo y se desempeñaban peor en las tareas de memoria. El hipocampo es la parte del cerebro que es crítica para la memoria y se ve afectada tanto en el envejecimiento normal como en la demencia.
"Sabemos que el estrés puede acelerar el envejecimiento físico y es el factor de riesgo de muchas enfermedades crónicas. Pero esta es la primera evidencia de que el estrés ocupacional puede acelerar el envejecimiento cerebral y cognitivo. Un trabajador promedio pasa más de ocho horas en el trabajo por día de semana, y la mayoría de las personas trabajan más de 40 años. En volumen puro, las exposiciones ocupacionales superan el tiempo que pasamos en actividades sociales, cognitivas y físicas de ocio, que protegen nuestras mentes y cerebros envejecidos", explica la líder de la investigación, Aga Burzynska.
La investigadora detalla que la asociación entre el "estrés físico" y el cerebro/memoria eran impulsados por las demandas físicas en el trabajo. Estas incluían alcanzar en exceso, o levantar cajas en los estantes, no necesariamente actividad aeróbica. Esto es importante porque investigaciones han evidenciado que el ejercicio aeróbico de ocio es beneficioso para la salud cerebral y la cognición, desde los niños hasta los adultos muy mayores. Por lo tanto, los investigadores controlaron los efectos de la actividad física y el ejercicio en el tiempo libre.
Como era de esperar, la actividad física de ocio se asoció con un mayor volumen del hipocampo, pero persistió la asociación negativa con las exigencias físicas en el trabajo. "Este hallazgo sugiere que las demandas físicas en el trabajo pueden tener asociaciones paralelas pero opuestas con la salud cerebral. La mayoría de las intervenciones para posponer el declive cognitivo se centran en el ocio, no en el trabajo. Es una especie de territorio desconocido, pero tal vez la investigación futura pueda ayudarnos a hacer algunos ajustes en nuestro ambiente de trabajo para la salud cognitiva a largo plazo", argumenta Burzynska.
Los resultados podrían tener importantes implicaciones para la sociedad. "Cuidar de las personas con discapacidad cognitiva es muy costoso, tanto a nivel económico como emocional y social. Si podemos apoyar la salud cerebral antes, en los trabajadores de mediana edad, podría tener un impacto enorme", reflexiona la científica.