MADRID, 30 Ene. (EDIZIONES) -
Los cambios demográficos y el envejecimiento progresivo de la población nos han llevado a un nuevo concepto de tercera edad. La población mayor de 65 años ha pasado de representar el 11,2% en 1981 a hacerlo con un 18,7%, según el último informe del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), de 2016.
En este mismo trabajo se calcula que en 2060 el número de habitantes con más de 80 años se habrá cuadriplicado, una cifra nada desdeñable. Así, por un lado, tenemos mayores cada vez más activos y, por otro, un creciente número de octogenarios con más patologías y un mayor nivel de dependencia.
"La preferencia de los familiares suele ser mantenerlos en casa. De hecho, el ingreso en centros residenciales se retrasa en el 40% de los casos por el sentimiento de culpa por dejarlos en estas residencias, y el 62% de familiares lo postergan al creer que el mayor preferiría continuar viviendo en casa", según un estudio realizado por Sanitas Mayores.
Además, las familias sienten desorientación y no disponen de los recursos ni conocimientos necesarios para cuidar de su familiar en casa en muchos casos, según advierte David Curto, responsable de Gestión Asistencial de Sanitas Mayores, en una entrevista con Infosalus.
La atención profesionalizada a estas personas ha estado centrada en las residencias geriátricas y centros de día. Sin embargo, seis de cada 10 personas con más de 60 años se muestran preocupadas frente a la posibilidad de tener que dejar de vivir en su casa algún día, según remarca Curto.
Con ello, este experto defiende que el hogar es siempre el "mejor sitio" para que los mayores puedan pasar su vida, para lo que considera que hay que adaptar los domicilios a las necesidades de los mismos. Un aspecto fundamental, según recalca, es el de mantener la autonomía, intentar, aunque sea con supervisión, que la persona mayor se desenvuelva de la manera más autónoma posible.
"Es importante que aspectos como el riesgo de caídas se minimicen eliminando objetos que puedan resultar peligrosos en zonas de paso. Es vital también que a la hora de comer se le disponga menaje adaptado a sus necesidades para que pueda disfrutar de la comida de la manera más autónoma posible", sostiene el especialista, a la vez que insiste en que la seguridad, la autonomía, y el soporte al cuidador son aspectos muy importantes para la vida en casa.
A su vez, resalta que los centros de día son además un "pilar fundamental" en la estrategia de la compañía, y se ha producido una mayor demanda en los últimos años. Según los datos del INE de 2016, un 69% de los mayores de 80 años de nuestro país acude a un centro de día. Los centros de día aportan un beneficio muy importante en el ámbito de la socialización.
LA FIGURA DEL CUIDADOR
Por otro lado, llama la atención sobre el hecho de que el mayor problema al que se enfrenta el cuidador es el deterioro de la propia salud. "El síntoma que manifiestan con más frecuencia es el cansancio y la falta de fuerza física, el desánimo, la depresión y otros problemas de tipo físico, y todo ello sin olvidar la enorme carga emocional para el cuidador y su entorno. A esto hay que sumar la repercusión socioeconómica que genera el alzhéimer", sostiene el experto
Según el estudio 'Retos y preocupaciones de los cuidadores de personas que viven con alzhéimer', realizado por Sanitas Mayores, un 75% de los cuidadores son familiares de los mayores. "Las personas que se ocupan del cuidado diario de las personas que viven con demencia tienen necesidades no cubiertas, derivadas de una entrega que les afecta de manera psíquica y física. Uno de los datos más llamativos de este trabajo es que la gran mayoría de cuidadores (cerca del 90%) afirman no contar con la formación necesaria para cuidar a su familiar", agrega.
Y es que la falta de apoyo es uno de los mayores problemas a los que se enfrentan, según advierte Curto. De hecho, matiza que cuatro de cada diez cuidadores declaran necesitar ayuda externa para poder cuidar adecuadamente a la persona que vive con Azheimer, y en el 32,6% de los casos no lo hacen por falta de presupuesto. "Porque atender a una persona con esta enfermedad implica, además del tiempo y esfuerzo de dedicación, un coste económico destacado", remacha.
Según reconoce el experto, cuidar a un familiar puede ser "tremendamente estresante y agotador", y perjudicar la propia salud del cuidador implicado. Es más, sostiene que el cuidado de un mayor acarrea importantes preocupaciones, destacando la sobrecarga mental o física que supone el cuidado, el coste económico del mismo, y la falta de adaptación del hogar a las nuevas necesidades del cuidado.
De hecho, indica que cuatro de cada diez cuidadores declaran que necesitarían ayuda externa para poder cuidar adecuadamente a la persona, y en el 32,6% de los casos no lo hacen por falta de presupuesto.
Finalmente, avisa de que el envejecimiento neuronal y las enfermedades derivadas de ello son una de las mayores preocupaciones entre nuestros mayores. Según datos de la OMS, el riesgo de padecer demencia aumenta con la edad y se calcula que entre un 25% y un 30% de las personas de más de 80 años padecen deterioros cognitivos. "La estimulación cognitiva y el mantenimiento físico ayudan a retrasar el deterioro cognitivo", según aprecia el especialista.