MADRID, 27 Jul. (EUROPA PRESS) -
Con la sucesivas olas de calor que desde verano han azotado a la mayor parte de España, además de cuidar al organismo es necesario también proteger a los fármacos, especialmente si son diuréticos, tranquilizantes, antidepresivos, antihipertensivos o antiinflamatorios no esteroideos (AINE).
Así lo ha asegurado la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC), quien ha avisado de que una mala conservación de los fármacos pueden provocar problemas añadidos a los pacientes, especialmente si son mayores, niños o enfermos crónicos.
Y es que, los fármacos diuréticos pueden facilitar aún más la pérdida de líquidos; los tranquilizantes y antidepresivos pueden impedir la pérdida de calor del organismo; los antihipertensivos hacen bajar la presión arterial; y los AINE, como el ibuprofeno, pueden perjudicar el riñón en caso de deshidratación.
Además, es necesario respetar las condiciones que figuren en el envase: entre +2 y +8°C (frigorífico), medicamentos de conservación a una temperatura inferior a 25 o a 30 grados centígrados y a temperatura ambiente cuando no haya menciones específicas al respecto.
Todos ellos deben conservarse siempre en lugares limpios, frescos y secos. En este sentido, SEFAC ha advertido de que la cocina y el baño (lugares donde es muy habitual guardar los fármacos) no son lugares apropiados para conservar los medicamentos, ya que son estancias donde se suelen producir cambios bruscos de humedad y temperatura.
"Unas malas condiciones de conservación pueden convertir los medicamentos en ineficaces y añadir riesgo de efectos indeseados, por eso también hay que mantener los fármacos dentro del envase original, protegidos de la luz, y en caso de usar pastilleros, conviene recortar los blíster para mantener las pastillas protegidas e identificadas", ha recalcado.
VIAJES Y MEDICAMENTOS
Al viajar en verano es todavía más importante extremar las condiciones de conservación de los medicamentos y transportarlos de manera que no sufran deterioro. Así, los fármacos que tengan que conservarse en frigorífico deben ser transportados en condiciones que respeten la cadena de frío (embalaje isotérmico refrigerado con acumuladores de frío), sin provocar la congelación del producto, y deben utilizarse tan pronto como se hayan sacado del frío.
Los que tengan que conservarse a una temperatura inferior a 25 o a 30 grados centígrados, igual que los medicamentos a conservar a temperatura ambiente, no deben ser expuestos mucho tiempo a temperaturas elevadas como las que frecuentemente se alcanzan en los maleteros, guanteras o los habitáculos de los coches expuestos a pleno sol.
Se aconseja, como medida de prudencia, transportarlos en un embalaje isotérmico no refrigerado. No obstante, rebasar puntualmente estas temperaturas, hasta los 40 grados centígrados, no tiene consecuencia sobre la estabilidad o la calidad de estos medicamentos, ya que suelen presentar un límite superior de tolerancia.
En caso de viajar en avión, se deben llevar en el bolso de mano, por lo que no deben ser transportados en la bodega, donde se coloca el equipaje facturado, pues soporta muy bajas temperaturas en el aire o muy altas en la pista.
Algunas formas farmacéuticas, como supositorios, óvulos o cremas, son "bastante sensibles" a elevaciones de temperatura. En este caso, no es el principio activo el que es sensible al calor, sino la forma farmacéutica, por lo que todo medicamento cuya apariencia exterior esté visiblemente modificada no debe ser utilizado.
Además, las formas líquidas (jarabes y suspensiones) tienen una estabilidad más limitada que las sólidas y son más sensibles a temperaturas elevadas. Por tanto, se pueden conservar en frío y se deben mantener siempre limpios el frasco, el tapón y el dispositivo dosificador.
En los viajes también es conveniente identificar los medicamentos por el principio activo, ya que es la denominación universal, por lo que es muy útil en los viajes al extranjero y es básico para evitar duplicidades e interacciones.
ADMINISTRACIÓN DE LOS MEDICAMENTOS
Respecto a la administración de los medicamentos, SEFAC ha destacado la importancia de tomar los fármacos de pie o sentado (no acostado) y en algunos casos, como en el del ibuprofeno, se debe mantener la posición erguida durante varios minutos.
Asimismo, las grageas y cápsulas deben tomarse acompañadas de abundante cantidad de agua (un vaso y no solo unos sorbos) y los comprimidos efervescentes y los polvos deben tomarse inmediatamente después de que se hayan disuelto en medio vaso de agua.
Por el contrario, no se deben tomar medicamentos que se sospeche que han sufrido algún tipo de deterioro ni que hayan sido manipulados y, antes (y después) de administrar un medicamento, hay que lavarse las manos, especialmente en los casos de aplicación externa, y también debe lavarse la zona afectada.
En todo caso, la asociación ha subrayado la importancia de que los pacientes sigan de forma precisa las instrucciones que le hayan dado su médico o farmacéutico para cada medicamento: dosis, frecuencia y duración del tratamiento. En caso de olvido, apostilla, no hay que duplicar una dosis.
También, como norma general, si han transcurrido más de dos horas desde la hora prevista de administración de un medicamento con posología de una o dos veces al día, se debe tomar el fármaco lo antes posible siempre que la siguiente dosis no sea en unas pocas horas. Si es de tres o cuatro veces al día, no se debe tomar la dosis olvidada, sino esperar a la siguiente dosis.
"En ambos casos debe continuar posteriormente con el horario habitual. La duración de los tratamientos debe respetarse aunque se perciba mejoría. No obstante, hay que consultar al médico o al farmacéutico si se nota algún efecto adverso. Por otra parte, la adherencia terapéutica implica tanto el cumplimiento del tratamiento farmacológico prescrito como el cumplimiento de las recomendaciones dadas por el profesional sanitario sobre los hábitos o estilo de vida", ha zanjado SEFAC.