MADRID, 5 Jun. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Warwick y del Hospital Universitario James Cook de Middlesbrough, en Reino Unido, han dirigido un ensayo clínico, financiado por el Instituto Nacional de Investigación Sanitaria y Asistencial (NIHR), sobre un nuevo tratamiento que puede ayudar a las personas a dejar de necesitar analgésicos opiáceos para controlar el dolor crónico.
El estudio, publicado en la revista 'JAMA', ha hallado pruebas que podrían ayudar a muchas más personas a abandonar el consumo de analgésicos opiáceos.
A pesar de que está demostrado que tomar opiáceos a largo plazo es perjudicial, actualmente no existen tratamientos alternativos para ayudar de forma segura a las personas que están dejando los opiáceos y siguen padeciendo dolor crónico no relacionado con el cáncer.
Un equipo de investigadores y médicos ha desarrollado y probado con éxito un programa de intervención diseñado para guiar a las personas en el abandono de los analgésicos recetados, reducir su consumo de opiáceos y aprender a manejar su dolor mediante técnicas alternativas con un curso que combina apoyo individual y en grupo.
El estudio, titulado I-WOTCH (Improving the Wellbeing of people with Opioid Treated Chronic Pain), descubrió que el programa de intervención ayudó a 1 de cada 5 personas a dejar los opiáceos en un año, sin sustituir la medicación y sin empeorar su dolor.
Más de 600 personas participaron en el estudio aleatorizado y controlado entre 2017 y 2020 que al inicio del ensayo habían estado tomando opioides fuertes de forma regular durante al menos tres meses. Los participantes fueron reclutados en consultas de medicina general del noreste de Inglaterra y las Midlands.
El estudio comparó dos tratamientos, dividiendo a los participantes aleatoriamente en dos grupos. Un grupo siguió recibiendo la atención de su médico de cabecera, además de un folleto de autoayuda y un CD de relajación; el segundo grupo siguió el mismo tratamiento y participó en un programa de intervención desarrollado especialmente por el equipo del estudio.
El programa de intervención incluía sesiones sobre técnicas de afrontamiento, gestión del estrés, fijación de objetivos, atención plena, consejos sobre postura y movimiento, cómo gestionar los síntomas de abstinencia y control del dolor tras el consumo de opiáceos.
Los participantes completaron cuestionarios sobre su funcionamiento cotidiano y el consumo de analgésicos a intervalos a lo largo del ensayo.
Al cabo de un año, el 29% de las personas que tomaron parte en el programa de intervención consiguieron dejar por completo los opiáceos, frente a sólo el 7% de las que recibieron tratamiento con la atención del médico de cabecera, el folleto de autoayuda y el CD. No hubo diferencias entre los dos grupos en cuanto a su dolor o a la forma en que éste interfería en sus vidas.
Harbinder Kaur Sandhu, catedrático de Psicología de la Salud de la Universidad de Warwick, quien dirigió el ensayo clínico, explica que "las intervenciones psicoeducativas de autocontrol estructuradas y basadas en grupos ayudan a las personas a gestionar mejor su vida cotidiana con una enfermedad de larga duración, incluido el dolor persistente, pero pocas de ellas se han dirigido específicamente a pacientes que se plantean la retirada de opiáceos".
"Los resultados del ensayo son muy prometedores --subraya--. Muchas personas que han estado tomando analgésicos con receta durante un largo periodo de tiempo sufren efectos secundarios perjudiciales, pero pueden sentirse reacias a dejarlos porque piensan que podría empeorar su dolor, o no saben cómo abordarlo con su médico".
En este sentido, resalta que el ensayo ha descubierto un tratamiento que puede ayudar a las personas a dejar los opiáceos de forma segura, gradual y con apoyo. "Se trata de una decisión apoyada entre el paciente y el médico, y no de una reducción forzada --explica--. El programa ayuda a las personas a aprender formas alternativas de controlar el dolor y a superar las dificultades de la abstinencia, y puede mejorar su calidad de vida en general".
Según el profesor Sam Eldabe, codirector del ensayo clínico y especialista en medicina del dolor del Hospital Universitario James Cook, "el ensayo es la culminación de seis años de trabajo durante los cuales hemos aprendido que los daños de los opiáceos a largo plazo se extienden más allá del individuo y llegan a su círculo social. Los pacientes que toman opiáceos pierden el interés por la interacción social con la familia y los amigos y se alejan gradualmente de la sociedad en una niebla mental inducida por los opiáceos", afirma.
"A pesar de apreciar el impacto social de los fármacos, la mayoría de los pacientes temen un empeoramiento de su dolor si intentan reducir el consumo de opiáceos --prosigue--. Nuestro estudio muestra claramente que los opiáceos pueden reducirse gradualmente y suspenderse sin que se produzca un empeoramiento real del dolor. Esto confirma nuestras sospechas de que los opioides tienen muy poco impacto a largo plazo sobre el dolor persistente".
El programa de intervención completo consistió en un curso de 8 a 10 semanas e incluyó sesiones de apoyo en grupo, que incluían formación sobre los opiáceos y el dolor, estudios de casos de personas que habían logrado reducir el consumo, aprendizaje de habilidades de autogestión del dolor y cuestionamiento de creencias, y apoyo personalizado y reducción de opiáceos, con sesiones individuales con la enfermera para ofrecerles apoyo y asesoramiento personalizado.