MADRID, 28 Jun. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Ginebra (Suiza) han proporcionado las primeras pruebas del impacto de las nanopartículas de oro sobre los linfocitos B humanos, las células inmunes responsables de la producción de anticuerpos. Se espera que el uso de estas nanopartículas mejore la eficacia de los productos farmacéuticos, limitando al mismo tiempo los posibles efectos adversos.
Según los científicos, sus resultados, publicados en la revista 'ACS Nano', conducirán al desarrollo de terapias más específicas y mejor toleradas, especialmente en el campo de la oncología. La metodología desarrollada permite también probar la biocompatibilidad de cualquier nanopartícula en una fase temprana del desarrollo de un nuevo nanomedicamento.
En los últimos veinte años, el uso de nanopartículas en la medicina ha aumentado constantemente. Sin embargo, su seguridad y su efecto en el sistema inmunológico humano sigue siendo una preocupación importante. Los linfocitos B, responsables de la producción de anticuerpos, son una parte crucial del sistema inmunológico humano y, por lo tanto, un blanco interesante para el desarrollo de vacunas preventivas y terapéuticas. Sin embargo, para lograr su objetivo, las vacunas deben llegar rápidamente a los linfocitos B sin ser destruidas, lo que hace que el uso de nanopartículas sea particularmente interesante.
"Las nanopartículas pueden formar un vehículo de protección para las vacunas, u otros medicamentos, y administrarlas específicamente donde puedan ser más eficaces, sin afectar a otras células. Este objetivo también permite el uso de una dosis más baja de inmunoestimulante mientras se mantiene una respuesta inmunológica efectiva. Aumenta su eficacia y reduce los efectos secundarios, siempre que las nanopartículas sean inofensivas para todas las células inmunitarias", explica la codirectora del trabajo, Carole Bourquin.
En cuanto al oro, los responsables del estudio señalan que es "un excelente candidato" para la nanomedicina debido a sus particulares propiedades físico-químicas. Bien tolerado por el cuerpo y fácilmente maleable, este metal tiene, por ejemplo, la particularidad de absorber la luz y luego liberar calor, una propiedad que puede ser explotada en oncología.
"Las nanopartículas de oro pueden usarse para tratar tumores. Cuando se exponen a una fuente de luz, liberan calor y destruyen las células cancerosas vecinas. También podríamos adherir un medicamento a la superficie de las nanopartículas para liberarlo en un lugar específico. Para probar su seguridad y la mejor fórmula para uso médico, hemos creado esferas de oro con o sin revestimiento de polímero, así como varillas de oro para explorar los efectos del revestimiento y la forma. Luego expusimos linfocitos B humanos a nuestras partículas durante 24 horas para examinar la activación de la respuesta inmune", detalla otras de las autoras, Sandra Hocevar.
Al seguir los marcadores de activación expresados en la superficie de las células B, los científicos han podido determinar en qué medida sus nanopartículas activaban o inhibían la respuesta inmunitaria. Aunque ninguna de las nanopartículas probadas demostró efectos adversos, su influencia sobre la respuesta inmunitaria difirió dependiendo de su forma y de la presencia de un recubrimiento superficial de polímero.
Las partículas esféricas no recubiertas se agregan fácilmente y, por lo tanto, no son apropiadas para uso biomédico. Por otro lado, las esferas de oro recubiertas con un polímero protector son estables y no afectan la función de los linfocitos B. "Y podemos colocar fácilmente la vacuna o el medicamento que se administrará a los linfocitos B en esta capa", apunta Bourquin.
Así, las nanopartículas de oro desarrolladas por el equipo de investigadores podrían hacer posible la administración directa de los medicamentos existentes a los linfocitos B para reducir la dosis necesaria y los posibles efectos secundarios. De hecho, ya se están realizando estudios en pacientes para el tratamiento de tumores cerebrales. Las nanopartículas de oro se pueden hacer lo suficientemente pequeñas como para cruzar la barrera hematoencefálica, lo que permite que se administren fármacos antitumorales específicos directamente a las células cancerosas.