MADRID, 18 Ago. (EUROPA PRESS) -
Por primera vez, científicos del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS), el Instituto Pasteur y de la Universidad de Burdeos, en Francia, han observado la interacción entre los anticuerpos terapéuticos y su proteína objetivo en la inmunoterapia contra el cáncer y describen en la revista 'Science' estos mecanismos moleculares que abren el camino para el desarrollo de nuevos tratamientos.
Desde finales del decenio de 1990, la inmunoterapia ha sido el tratamiento de primera línea contra los linfomas, en el que se utilizan anticuerpos sintéticos para detener la proliferación de glóbulos blancos cancerosos. Sin embargo, en los más de 20 años transcurridos desde que se empezó a utilizar, los mecanismos moleculares que subyacen a esta terapia todavía se entienden poco.
Los linfomas no Hodgkin están entre los cánceres más comunes y afectan a casi 1,5 millones de personas en todo el mundo. Provocan una proliferación incontrolada de linfocitos B, un tipo de glóbulo blanco, en detrimento de las células sanas.
Desde finales de la década de 1990, la inmunoterapia ha sido un tratamiento de primera línea que utiliza anticuerpos sintéticos para atacar una proteína en la superficie de los linfocitos B llamada CD20. Las defensas del cuerpo entonces identifican estas células cubiertas de anticuerpos como patógenos y las destruyen.
Actualmente, los tipos de anticuerpos terapéuticos utilizados se clasifican en dos grupos según la cantidad de moléculas CD20 a las que se unen y la respuesta inmunitaria que desencadenan. Los anticuerpos del primer grupo tienen la capacidad de interactuar con el doble de moléculas de CD20 que los anticuerpos del segundo grupo y pueden desencadenar una respuesta inmunológica en cascada llamada "vía del complemento". Hasta ahora, se desconocían los mecanismos moleculares que subyacen a las diferencias entre estos dos grupos.
Mediante el uso de la microscopía electrónica criogénica, los científicos del CNRS, el Instituto Pasteur y la Universidad de Burdeos pudieron, por primera vez, observar a nivel atómico la interacción entre los representantes de ambos grupos de anticuerpos y sus moléculas objetivo.
Han demostrado que, debido a la disponibilidad de espacio, las proteínas CD20 pueden unirse a dos anticuerpos de tipo 1 pero sólo a un anticuerpo de tipo 2. Debido a su mayor número en la superficie de los linfocitos B, los anticuerpos de tipo 1 pueden formar grupos.
El equipo demuestra así que estos grupos desencadenan la vía del complemento que lleva a la destrucción de los linfocitos B objetivo. Los anticuerpos de tipo 2, por otra parte, están dispersos en la superficie de la célula y por lo tanto no desencadenan una respuesta en cascada. Otras respuestas inmunológicas independientes son todavía capaces de destruir las células.
Nunca antes se había descrito con tanta precisión el mecanismo de acción de los anticuerpos terapéuticos. Esta investigación podría conducir a nuevos anticuerpos sintéticos capaces de controlar la respuesta inmune de un paciente. Además, esta descripción del mecanismo que activa la vía del complemento abre el camino a nuevas posibilidades de investigación para entender cómo funcionan las defensas inmunológicas.