MADRID, 24 Jun. (EUROPA PRESS) -
Algunas infecciones por 'Staphylococcus aureus resistente a la meticilina' (SARM) podrían abordarse utilizando antibióticos ya disponibles, según apunta una nueva investigación de una colaboración internacional liderada por científicos de la Universidad de Cambridge y el Wellcome Sanger Institute (Reino Unido).
Desde el descubrimiento de la penicilina, la introducción de antibióticos para tratar infecciones ha revolucionado la medicina y la atención sanitaria, salvando millones de vidas. Sin embargo, el uso generalizado (y el mal uso) de los medicamentos ha llevado a algunas bacterias a desarrollar resistencia, haciendo que los medicamentos sean menos efectivos. Con pocos antibióticos nuevos en desarrollo, la resistencia se considera una amenaza grave para el futuro de la medicina moderna, lo que aumenta el espectro de infecciones intratables.
Uno de los grupos de antibióticos más utilizados y de mayor importancia clínica es la familia que incluye la penicilina y los derivados de la penicilina. El primer tipo de resistencia a la penicilina ocurrió cuando las bacterias adquirieron una enzima, conocida como beta-lactamasa, que destruye la penicilina. Para superar esto, los fabricantes de medicamentos desarrollaron nuevos derivados de la penicilina, como la meticilina, que eran resistentes a la beta-lactamasa.
En la creciente carrera armamentista, un tipo particular de bacterias conocido como SARM ha desarrollado una resistencia generalizada a esta clase de medicamentos. Así, se ha convertido en un grave problema en las infecciones adquiridas en hospitales y comunidades, obligando a los médicos a recurrir a antibióticos alternativos, o a un cóctel de diferentes fármacos que a menudo son menos eficaces, y suscita la preocupación de que incluso estos fármacos se vuelvan ineficaces con el tiempo.
En investigaciones anteriores, un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge identificó un aislado de SARM (una muestra cultivada en cultivo a partir de la infección de un paciente) que mostró susceptibilidad a la penicilina en combinación con ácido clavulánico. El ácido clavulánico es un inhibidor de la beta-lactamasa, que evita que la enzima beta-lactamasa destruya la penicilina; ya se utiliza como medicamento para tratar las infecciones renales durante el embarazo.
En este nuevo trabajo, publicado en la revista 'Nature Microbiology', un equipo de científicos de Reino Unido, Dinamarca, Alemania, Portugal y Estados Unidos utilizaron tecnología de secuenciación del genoma para identificar qué genes hacen que SARM sea susceptible a esta combinación de fármacos. Identificaron una serie de mutaciones (cambios en la secuencia del ADN) centradas alrededor de una proteína conocida como proteína 2a o PBP2a que une la penicilina.
PBP2a es crucial para las cepas de SARM, ya que les permite seguir creciendo en presencia de penicilina y otros antibióticos derivados. Dos de estas mutaciones redujeron la la cantidad de PBP2a producida, mientras que otras dos aumentaron la capacidad de la penicilina para unirse a PBP2a en presencia de ácido clavulánico. En general, el efecto de estas mutaciones significa que una combinación de penicilina y ácido clavulánico podría superar la resistencia a la penicilina en una proporción de cepas de SARM.
El equipo luego observó secuencias genómicas completas de una colección diversa de cepas de SARM y encontró que un número significativo de cepas -contenían ambas mutaciones que confieren susceptibilidad. Esto significa que una de las cepas más extendidas de infecciones que causan SARM podría ser tratable con una combinación de medicamentos ya autorizados para su uso.
Usando este conocimiento, los investigadores usaron una combinación de los dos medicamentos para tratar exitosamente las infecciones de SARM en larvas de polilla y luego en ratones. Su próximo paso será llevar a cabo el trabajo experimental adicional requerido para un ensayo clínico en humanos.