MADRID, 23 Oct. (EDIZIONES) -
La presión por lograr un cuerpo que encaje en los cánones de belleza actuales combinada con la necesidad de tenerlo lo antes posible y con un esfuerzo mínimo empuja a muchas personas, varones en su gran mayoría, a consumir esteroides, una sustancia puede llevar aparejados problemas físicos, como daño hepático, y riesgo de adicción.
"Las personas los utilizan, fundamentalmente, por un tema estético y, sobre todo, personas que pueden presentar un cuadro de vigorexia", destaca el doctor en Psicología José Antonio Molina en una entrevista con Infosalus, en la que especifica el perfil de las personas que consumen estas sustancias.
"Suelen ser personas que en su infancia o adolescencia han sufrido algún tipo de discriminación por el hecho de tener cierto peso y que están obsesionados, muy obsesionados, con su estética", especifica Molina, que agrega que esta situación les conduce a, en ocasiones, a llevar a cabo un consumo que puede conllevar riesgo para la propia vida. "Describen en muchas ocasiones que tienen taquicardias, y luego sabemos todos los temas de problemas hepáticos", precisa el experto.
Sin embargo, el también autor del libro 'SOS* Tengo una adicción', reconoce que la demanda de tratamiento por la adicción a los esteroides es "muy pequeña". "En general, cuando se tiene una adicción es muy difícil reconocerlo", recuerda Molina, pero en estos casos hay factores asociados que complican la recuperación enormemente.
En primer lugar, el consumo de esteroides conlleva un reconocimiento social al que los toma del que le es difícil desprenderse. "En estos casos en los cuales todavía lo que están llevando a cabo tiene una afectación social en cuanto a su cuerpo hace que sea dificilísimo que demande tratamiento", comenta el experto.
El hecho de perder el físico que han logrado gracias al consumo de esteroides, es decir, el propio impacto que sobre su cuerpo va a tener dejar de tomarlos también es foco de preocupación en estas personas y un motivo que aleja la terapia.
"La preocupación de lo que les va a suponer a nivel corporal", verbaliza Molina, que agrega que añaden al cóctel autoengaño y autojustificaciones. "Dicen 'yo con mi físico puedo hacer esto o lo otro' o 'es lo que me permite tener esta cosa'. Es decir, tienen como sus ideas en la cabeza y el miedo a perder esas cuestiones concretas", apunta el experto.
Por otra parte, el grado de normalización del consumo de este tipo de sustancias es alto en el entorno en el que se mueven: conocen a gente que también lo hace o personas en su propio gimnasio, por ejemplo. "Normalmente se suelen juntar en un ámbito en el cual más gente también lo hace, por lo que lo normaliza. Cuando tu círculo de relaciones también está vinculado a eso tiendes a normalizar esa conducta", detalla Molina.
En este contexto, "es muy extraño que alguien te vaya a consulta demandándote tratamiento sin ninguna presión externa por el hecho de estar consumiendo esteroides en altas cantidades, con los tiempos que pasa en el gimnasio y demás", agrega el experto.
EMPUJADOS POR SU ENTORNO
Así, acuden a consulta empujados por alguien de su entorno, lo que conlleva que el convencimiento para dejar de tomar esteroides sea pequeño. En última instancia, aumenta la posibilidad de abandonar.
"Me he encontrado personas que te vienen pero porque vienen presionados por personas cercanas", según el experto, que suelen comentar que están preocupados por la situación o les ponen últimatums. En este contexto, Molina destaca que los consumidores habituales de esteorides suelen tener accesos de ira, lo que puede hacer que su entorno demande ayuda, pero que no abandonar el consumo no sirve para nada.
"Es uno de los principales síntomas del consumo de este tipo de sustancias: el hecho de tener esos accesos de ira", matiza el experto, que resume que, en general, "pretenden hacer cambios en otras áreas, en esas áreas donde los esteoroides les dificultan pero no se sienten con fuerza para dejarlos", resume el experto.