MADRID 17 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un grupo compuesto por siete dermatólogos especialistas en fotodermatología y expertos en asuntos regulatorios de todo el mundo, liderados por el Profesor Jean Krutmann, han escrito un artículo científico de posicionamiento, publicado en la revista 'Journal of the European Academy of Dermatology and Venereology', en el que analizan el estado actual de la fotoprotección y plantean cómo debería ser en el futuro.
El objetivo ha sido informar a los profesionales sanitarios sobre las características que debería cumplir el "fotoprotector ideal", así como sugerencias para las autoridades sanitarias para mejorar la normativa que evalúa el nivel de protección solar, con la finalidad de evitar la variabilidad interlaboratorios y mejorar el etiquetado de los fotoprotectores.
En concreto, los dermatólogos han reconocido que, debido a los avances científicos sobre el efecto de las radiaciones solares en la piel y en las formulación de los fotoprotectores, se enfrentan a nuevos desafíos. Así, se posicionan sobre temas directamente relacionados con el efecto de las radiaciones solares sobre la piel, métodos de evaluación mejorados y alternativos o como mejorar la comunicación al consumidor sobre la eficacia de la protección solar.
A pesar de que existen dos métodos de evaluación del factor de protección solar, método 'ISO 24444:2010' y la monografía de la Agencia Americana del Medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) del 2011, la variabilidad del factor de protección solar (SPF, por sus siglas en inglés) es una de las principales controversias.
Lo ideal, según los expertos, sería una revisión y mejora según los nuevos conocimientos. En este punto, han comentado que existe una "amplia evidencia científica" que indican la variabilidad dependiendo del laboratorio que lo realice. Esto es debido a que para determinar el eritema un técnico especialista del laboratorio determina visualmente la dosis eritemática mínima de la piel protegida y de la piel sin proteger.
Es decir, es una determinación que se hace " a ojo" (dosis mínima de radiación que produce eritema). Además, según la norma ISO se somete a los voluntarios a dosis altísimas de radiación en muy poco tiempo pero ésta puede variar según laboratorios. Se administra una dosis de 2 mg/cm2 del fotoprotector cuando en condiciones reales de uso los usuarios emplean una dosis mucho menor , la mitad o la cuarta parte. "En conclusión, a determinación del SPF en los laboratorios es muy diferente a las condiciones reales de uso", ha comentado la medical marketing manager de ISDIN, Aurora Garre.
Esta norma de ensayo se viene realizando desde hace diez años y la innovación en las fórmulas parecen haber ido más rápido que la normativa. Por ello, los expertos creen que se debería evitar la variabilidad de resultados controlando estos factores, por tanto instan a las autoridades regulatorias a una revisión de la norma, aunque mientras ésta no cambie sigue siendo el mejor método estandarizado para catalogar la acción protectora de un fotoprotector.
Los autores del artículo también señalan que estos estudios se realizan en condiciones de laboratorio, muy diferentes a las condiciones reales de uso. "También se podrían hacer estudios al aire libre (outdoor) porque ayudan a comprender que dos productos con igual SPF pueden comportarse de forma diferente ya que intervienen otros factores como es la sudoración, la temperatura corporal y otras radiaciones además de la radiación ultravioleta, como la luz azul y la radiación infrarroja", ha destacado la doctora Garre.
Del mismo modo, los expertos informan de que los estudios 'outdoor' aportan un valor añadido pero también cuentan con muchas limitaciones para evitar la variabilidad, por lo que abogan por fijar unos estándares (índice ultravioleta o condiciones climáticas, entre otros) que fueran complementarios a la determinación del SPF en laboratorio.
Actualmente la norma ISO europea se está cambiando, con el fin de encontrar un método que sea más objetivo. "Sería importante introducir cambios que limiten las fuentes de variabilidad por ejemplo, el empleo de metodologías específicas para determinar los fototipos y la aparición del eritema de una manera objetiva", han dicho los expertos.
No obstante, puntualizan, existe otra radiación UV, la ultravioleta A, que no provoca eritema pero a largo plazo provoca el envejecimiento cutáneo prematuro, manchas, alteraciones inmunológicas o cáncer en la piel. Y es que, los usuarios no conocen cual es el grado de protección UVA que proporciona un fotoprotector. Además, en Europa, su valor es de un tercio o superior del SPF cuando se escribe dentro de un círculo.
Por este motivo, los autores han avisado de que no se está dando la "importancia real" que tiene esta radiación, por lo han destacado la necesidad a llegar a un acuerdo cómo transmitir el grado de protección UVA, así como de protegerse de la luz azul, sobre todo en los fototipos más oscuros, ya que produce aumento de la pigmentación de forma más duradera.
"Debemos protegernos de todas las radiaciones del espectro solar que afecta a nuestra piel teniendo en cuenta que su cantidad varía a lo largo del año", ha apostillado Garre.
SEGURIDAD DE LOS PRODUCTOS
Desde los años 50 que se comercializaron los primeros protectores solares, no se han descrito efectos adversos sistémicos por el uso de un fotoprotector. En cuanto a las texturas, su evolución ha sido enorme en los últimos años. Estos avances tienen como finalidad que los usuarios deseen usar el producto, mejorando así la adherencia, es decir aplicar cada 2 horas y abundantemente (a las dosis adecuadas de 2 mg/cm2).
Por ello, los fabricantes deberían tender a una gama de productos adaptada a cada tipo de piel y condiciones de uso. Las preocupaciones crecientes de la población por el medio ambiente hace que algunas personas sensibles a este tema, dejen de usar fotoprotección debido a las noticias alarmantes de que algunos filtros pueden afectan al medio ambiente marino.
En este sentido, los autores han señalado que aunque la información científica disponible es todavía escasa, los fabricantes deberían de adaptar los productos empleando la cantidad de filtros adecuada y que éstos sean respetuosos con el medioambiente marino.
"El fotoprotector ideal es aquel que proporcione una protección equilibrada, segura y fácil de usar", han dicho, para informar de que esto se puede lograr a través de los siguientes pasos: considerar variables de evaluación alternativos distintos del eritema, que reflejen tanto el daño agudo como el crónico; incluir protección contra las longitudes de onda más allá de los rayos UV; y que la fotoprotección tenga en cuenta las interacciones entre diferentes longitudes de onda en la luz solar natural.
Además, los expertos recomiendan realizar esfuerzos para desarrollar protectores solares específicos/personalizados para diferentes subgrupos de población con diferentes necesidades de protección; y hacer esfuerzos continuos para mejorar el cumplimiento del uso regular de protector solar mejorando las texturas, la sensación en la piel y los sistemas de administración.
Finalmente, y desde una perspectiva de seguridad, la concentración de filtros UV debe ser lo "más baja posible" y los protectores solares deben formularse para tener un impacto medioambiental mínimo. "Esto puede lograrse parcialmente con ingredientes innovadores para complementar la protección proporcionada por los filtros UV. Se necesitan productos de protección solar con beneficios adicionales para el cuidado de la piel, como hidratación y propiedades rejuvenecedoras o antienvejecimiento, para alentar aún más el uso regular mediante la simplificación de la rutina del cuidado de la piel", han zanjado.